lunes, marzo 26, 2012


A mi regreso en Madrid: calor, frío, calor, calor, y ahora frío. De regreso a la vida cotidiana, a la Biblioteca Nacional, a las clases en el CSIC y a los domingos ahora con sentidos nuevos. Entre semana me gusta ir a comprar té en Spicy Yuli, está a dos cuadras de mi casa, de ahí puedo pasar a comprar el queso de agujeros en el supercito de Malasaña y por supuesto lo demás lo compro en el Carrefour. Pero ahora quiero hablar de Spicy Yuli: es el mejor sitio para comprar té o especies, es una tiendita con montones de tés y los dueños, Yuli y su novio, atienden de maravilla. Además entras a la tienda y la combinación de olores es deliciosa. Me encanta, hoy mismo fui a comprar canela para mañana hacer pan francés de desayuno y tienen tantas cosas, es impresionante, y con cada compra Yuli te da una prueba de otros tés para que vayas conociendo más infusiones. Hasta ahora mis favoritos son el té de cereza, el té de mango y el té para niños, éste último me encanta porque tiene acitrón, jazmín, trocitos de manzana, pétalos de rosa y un montón de hierbitas más con un aroma exquisito. Acabo de googlear la tienda y no lo puedo creer, claro, tienen un página web. ¿Hay algo que no exista en google?

Bueno esta es la tienda Spicy Yuli, y qué más: Yuli es amor.

lunes, marzo 19, 2012

berlín con grace

“La basura en Alemania no huele” nos dijo Miss Yola, mi maestra de tercero de primaria en el Quetzalli. “Mi hermana se casó con un alemán y vive allá. Si no separas la basura la policía te multa. Por eso se tiene que separar antes de tirar en diferentes botes: comida orgánica, plásticos, cartón, vidrio. Antes de tirar una lata se lava, así que todo lo que está en los botes que no son orgánicos es basura que no huele”. Este recuerdo es el más antiguo que tengo sobre Alemania. De hecho recuerdo que miss Yola hablaba muchas más cosas sobre su hermana en Alemania, pero ese es el único que recuerdo perfecto. Antes de saber la historia de Alemania, antes de saber que el bocho azul en el que me llevaban a la escuela era de una automotriz alemana o de saber cómo se escucha el alemán, lo primero que supe fue que la basura no olía mal. Cuando venía en el taxi que me iba a dejar al aeropuerto para regresar a Madrid me acordé de Miss Yola. También me acordé que en casa de Grace no se divide la basura en siete botes diferentes. No sé realmente si la basura no huele mal pero a los ocho años sí me impactó enterarme que podía existir un lugar en donde la basura no tuviera ningún olor, me hacía mucho sentido que si se lavan las cosas antes de tirarse no tienen porque tener un olor a putrefacto. Y de hecho antes de tirar las latas de atún trato de lavarlas para que no se quede el olor a atún en la casa mientras que están esas latas en la basura.

Ahora mi recuerdo de Berlín tiene sabor a té chai con leche de soya. Tiene también el sonido del mercado turco, las personas con acento hablando alemán, gritando, ofreciendo aceitunas, humus, frutas, dátiles, medias, telas, botones, todo esto en el mismo sitio. En Berlín tomé vino tinto, agua mineral y unas quesadillas con aguacate y salsa de Campeche que me hizo Grace con unas tortillas que le habían enviado de México, fue increíble comer estas quesadillas. Pero sobre todo disfruté pasear por el barrio.

Grace vive en Kreuzberg muy cerca del canal. Un canal que es más bien un río con barcos y cisnes y patos y árboles altos a los lados. Ahí Grace me enseñó a diferenciar entre un cisne bebé y un cisne adulto. Los cisnes bebés tienen la parte de la cola más café, cuando crecen se les vuelve blanca. Hacía muy buen tiempo así que pudimos sentarnos en unas rocas y platicar. En realidad en Berlín no dejé de platicar ni un instante. Visitamos un cementerio con tumbas muy viejas y con una atmósfera muy bucólica, ramas secas cubriendo las paredes de ladrillo, columnas clásicas con las marcas de las balas, pero ahí, como parte de lo que dejó la guerra. De regreso caminamos de nuevo junto al canal y vimos un señor tocando el piano en medio de un lugar al aire libre. Grace me contó que es un homeless que vive en el piano y que lo empuja y lo va cambiando de lugar, pero ahí guarda sus cosas y esa es su casa y su trabajo. A simple vista era un hombre como de cincuenta años, con una botella de vino encima del piano y una copa. Ahora lo pienso y me hubiera gustado sentarme en ese lugar a tomarme una copa y escucharlo, pero la verdad es que sólo pasamos por ahí y tenía muchísimas ganas de seguir caminando más que sentarme en un lugar. En verano pienso regresar, espero que en algún lugar encuentre al pianista y lo pueda escuchar. Estoy contenta ahorita que escribo esto, porque es verdad, la pasamos muy bien, muy bien, muy bien, muy bien, así, los cuatro días fueron excelentes... Ahora quisiera hablar sobre Ruth Müller.

Ruth Müller está muerta. No, la verdad es que no lo sé, si no está muerta ya no es dueña de sus fotografías de la infancia. Debería comenzar así: Esta es la historia de Ruth Müller, una niña que sobrevivió a la segunda guerra mundial estudiando clases de canto en Kreuzberg. Ruth Müller nació en 1930, igual que mi abuelo Checo. Lo sé porque tengo una foto de ella a los seis años y es de 1936. Está fechada. Después otra foto de Ruth Müller jovencita, quizá diecisiete años, besándose con alguien.

El domingo nos levantamos temprano, fuimos a desayunar a un barco sobre el canal. Desayuno de campeón, una tortilla de huevo con papa y verduras deliciosa. Después nos fuimos en metro a un barrio al que va mucho Grace por ahí están los estudios de grabación y los lugares en donde tiene ensayos y en donde están las oficinas de Project Mooncircle. Antes de llegar al mercado nos metimos a una maquinita de fotografías y nos tomamos unas fotos, tenía años que no hacía algo así, y me gustó estar haciendo gestos ¡fue muy divertido! ¡me divertí mucho ese día! Total que llegamos a una plaza en donde hay un mercado que se pone los domingos. Además de vender muebles viejos venden discos, lentes, sacos, abrigos y fotografías. Por tres euros compré las fotografías que Ruth Müller conservó durante toda su vida como el primer día de clases con su cucurucho lleno de dulces, como la fotografía con su muñeca, en el campo. Ruth besando, Ruth en clases de música, Ruth sentada tomando el sol… los recuerdos de una vida por tres euros. Ese día Grace y yo decidimos dividirnos las fotografías de Ruth Müller y darle significado a esos recuerdos sin dueño. Además vimos que las fotografías habían sido reveladas a tres cuadras de casa de Grace, en una fotografía que ahora ya no existe. También dividimos nuestra propias fotografías de maquinita, pensando que quizá algún día terminen como las de Ruth Müller.

Escuchamos “A man needs a maid” y nos pareció un descubrimiento escuchar con detenimiento la letra de esa canción.

Esto es lo más importante que puedo narrar sobre Berlín. Ahora recordé los árboles pelones de regreso a casa de Grace. Íbamos cargando las fotografías de Ruth, los discos vinyl de Nina Simone, Leonard Cohen y Neil Young, ni un alma en la calle, mucho silencio y los pajarillos cantando a tope. Grace me dijo “saben que es primavera porque escuchan a los pájaros”.

El último día me regaló un imán con un pájaro, pero lo mejor, y esto sin duda debe quedar escrito para siempre, fue una gran anfitriona en su casa y me gustaba despertar por las mañanas y poder ver a través de la ventana dos copas de árboles meciéndose y una carita feliz pintada en la esquina de un edificio. Soy esa carita feliz.

domingo, marzo 04, 2012

“Antes debo solucionar mis asuntos con el resto del mundo. El teléfono es una línea de vida, así que empezaremos por él. No hay teléfono, no hay internet, y yo tengo que enviar mi trabajo. Me siento como una araña a la que le han destrozado la tela, una dependencia humillante”.

Cees Nooteboom en Lluvia roja.

Esta cita resume en muy pocas palabras lo que he vivido en Madrid intensamente durante un mes. Y hoy, creo, quiero creer, que eso ha terminado. Que tengo teléfono, internet y que ya no soy esa araña a la que le han destrozado la tela. Hoy es domingo y todo está muerto. Al menos casi todo. Hoy iré al cine y veré “the artist”… ya no me cuenten, ¡ya quiero verla! y espero que esté a la altura de todas las expectativas que me ha formado el twitter y los comentarios que he escuchado. También porque es domingo escribo en este blog. Es domingo y no tengo que ver a ninguna familia, a los pocos amigos que tengo en Madrid ya los vi desde el jueves, viernes, sábado, ya nadie está dispuesto a verte un día más.

Terminé de leer “Zazie dans le metro”, nunca lo pude leer en francés porque es una lectura complicadísima y cuando lo encontré en “tipos infames” la librería que está a la vuelta de mi casa, me emocioné y la compré. Después me enojó mucho porque está plagada de slang español, gilipollas, me sabe mal, me la suda y pues bueno, no me gustó tanto, en realidad, no me gustó la traducción. Ni modo, ese es el precio de ser una floja y no seguir en las clases de francés.

Ayer fui a la casa del libro y me pasé horas viendo los libros, buscando algo que leer…

Así que me compré un libro, también de traductor español, pero que no tiene slang así que no hay problema, de Cees Nooteboom. Yo me enamoré de Nooteboom en el 2005. Me encantó con su libro de Mokusei! Que justo lo leí después de un viaje que hice a Tokyo. En ese momento estaba muy impresionada con la capacidad de describir a la sociedad japonesa, me gustó muchísimo, recuerdo una de las frases que decía “los japoneses usan el arte para todo, hasta para vender toyotas”. El libro no sólo describe a los japoneses en sus virtudes y defectos sino también hace una crítica de cómo perciben el mundo y cómo se comportan con los extranjeros, unos especiales porque odian a los extranjeros. El caso es que me encontré con el estante en donde estaban al menos ocho libros de Nooteboom, saqué uno y comencé a leer y me dio flojera, otro y otro, otro, igual no me decía nada. La verdad es que yo decido qué leer si las primeras cinco líneas de cómo comienza el libro me emocionan de otra manera no. Después de agarrar como cuatro o cinco libros de él, tomé "Lluvia roja" y supe que debía comprar ese libro porque hablaba de su gata. La primera frase que leí fue:

"Heredé Murciélago hace años. No un murciélago cualquiera, no. Me refiero a Murciélago, una gata gris de raza cartuja..."

Pensé de inmediato yo debería escribir historias de gatos y ya, sólo eso, historia de gatos. Ese relato sobre “Murciélago” casi me hace llorar. El libro entero vale sólo por leer la historia de “Murciélago”. Lo mejor es que los siguientes relatos son sobre su vida en una isla de España, y de nuevo su impresión del mundo español es adorable, me di cuenta que era lo que necesitaba leer. Hay una frase que describe bastante bien lo que se siente al estar en un lugar público “los españoles son adictos al ruido o insensibles a él”. Me moría de risa porque es verdad, los españoles gritan mucho, la televisión está a todo volumen, en fin, el otro día en una marisquería terminé hablando a gritos porque de otra manera nadie te escucha.

Antes de escribir aquí pensé “hoy es un buen día para varias cosas”:

Escribir en mi blog.

Pintarme las uñas de azul claro.

Probar la combinación de palomitas de caramelo con saladas que hacen en el cine Ideal.

Ver “The artist”.

Leer “Lluvia roja”.



Y la buena noticia de la semana: El siguiente fin de semana vuelo a Berlín a pasar unos días con mi querida Grace.

Además estoy escuchando Radiohead y estoy harto feliz.

jueves, marzo 01, 2012

Ámenlo!!!!
Ayer comenzó mi curso en el CSIC "Después de la República antes de la Transición: las redes del arte español". Es una especie de Cátedra Extraordinaria dividida por sesiones y cada una está a cargo de un ponente diferente. Abrió Idoia Murga con una clase maravillosa sobre la impronta que tuvieron pintores como Picasso, Miró, Juan Gris, entre otros, en la danza y en el ballet ruso. No sabía, lo supe ayer, que Picasso había diseñado trajes y escenografía para varias funciones de teatro y danza. Idoia Murga, la experta en el tema, resaltó justo que pintores como Picasso se dieron a conocer en el mundo a través de sus escenografías porque la gente, en ese momento, tenía más acceso al teatro que a una galería de arte. Las mismas compañías de danza viajaban a diferentes países de Europa, América Latina y hasta Australia lo que permitía que la gente pudiera observar un Miró en un telón blanco antes de verlo en un cuadro. Claro, aquí estoy haciendo una breve nota de todo lo que vimos en clase, pero de las imágenes que más me gustaron fueron la de este personaje que anunciaba al público que la función estaba por comenzar. Me gusta mucho mucho porque el diseño del Picasso cubista atrapa al hombrecito que está ahí adentro, es como un cuadro vivo. Hay muchas imágenes de los trajes que diseñó Picasso, es cosa de buscarlos en google, sobre todo hay una de un caballo que me encanta (la pondré aquí también). Lo mejor es que Picasso al ser pintor diseñó los trajes sin importarle ni pensar en las dificultades en las que se metería el sastre para su elaboración y además el mismo Picasso, en algunas funciones, pintaba a los bailarines para salir al escenario.
Sentada ahí, en ese salón del segundo piso, viendo estos trajes y los telones y la creación al mismo tiempo de la propia identidad del español a través de las danzas... pensé: estoy en el mejor de los mundos posibles, haciendo lo que me gusta y emocionándome por las cosas que aprendo.
Y nomás de la pura emoción pinté un caballo picassiano en mi libreta. Y traté de hacer el Parade pero no me salió.