sábado, enero 04, 2014

Hay palabras que tienen sombra de árbol
Otras que tienen atmósfera de astros
Hay vocablos que tienen fuego de rayos
Y que incendian donde caen
Otros que se congelan en la lengua y se rompen al salir
Como esos cristales alados y fatídicos
Hay palabras con imanes que atraen los tesoros del abismo
Otras que se descargan como vagones sobre el alma
Altazor desconfía de las palabras
Desconfía del ardid ceremonioso
Y de la poesía
Trampas
Trampas de luz y cascadas lujosas
Trampas de perla y de lámpara acuática
Anda como los ciegos con sus ojos de piedra
Presidiendo el abismo a todo paso

Vicente Huidobro, fragmento de Altazor o el viaje en paracaídas

miércoles, enero 01, 2014


Este blog cumple 7 años.
Comencé escribiendo una larga entrada y de la nada se borró. Tenía años que no me ocurría esto.
No me sorprende, últimamente ya nada me sorprende. Perder todas las palabras escritas es triste, pero no pasa nada, soy yo la que las está escribiendo.
Entre las cosas que decía ahí... enumeraba cosas bellas que pasaron en el año.
Algo así como la mejor película que vi, el mejor álbum, la mejor actividad, el mejor libro.
¿Vale la pena decirlo? Hace diez minutos, antes de que perdiera toda la entrada apretando una tecla, creía que sí, ahora siento que todo es tonto.
¿En qué momento las cosas comienzan a carecer de sentido?

Aquí va, sólo para archivar que hubo cosas que me dejaron una sonrisa en la boca al salir:

La mejor película: El documental "Calle López".
El mejor álbum: Tales of a grasswidow de Coco Rosie.
El mejor libro que leí: Los ingrávidos de Valeria Luiselli.
Mejor concierto: John Zorn con Moonchild.

En septiembre escribí esta entrada pero nunca la publiqué porque pensé que era pesimista y que de alguna forma tengo esta ley de oro: no escribir cosas deprimentes.
2013 fue un año complicado, difícil, todo parecía avanzar pero al mismo tiempo retroceder, sentía que me perdía y no sabía por qué, sentía que aunque estaba trabajando nada tenía sentido, algo estaba insípido, es como hacer una pregunta cuando en realidad hay que dar una respuesta, cuando los pensamientos se convierten en galimatías.
Esto fue lo que escribí:

Entré a la librería para caminar un poco.
Le había hablado a mi hermana para decirle: Tengo ganas de morirme. O no sé si estoy confundiendo las ganas de llorar con las ganas de morir ¿será posible? Eso pensaba mientras me comunicaba.
No contestó el teléfono.
Segundos después me marcó: ¿Qué pasó?
Es un ¿qué pasó? como si le fuera a pedir un favor.
Yo: Nada, me dieron ganas de hablarte.
Ella: No te escuché bien, ¿que te dieron ganas de hablarle a quién?
Yo: A ti.
Ella: Ah, qué pasó.
Yo: Estoy en Puebla.
Ella: Ah, y qué tal se la están pasando.
Yo: Vine a una biblioteca, muy linda, llamada Profética, estuve todo el día trabajando.
Ella: Ah, pues qué bueno que no pierdas el tiempo. Oye, luego hablamos me tengo que ir.
Yo: Ok. Bye.

Ella: Bye.

Me fui a pasear a la sección de Poesía.
A lo mejor debería de escribir poesía.
El problema es que siempre he despreciado a los poetas. Tal vez he llegado al punto de despreciarme tanto que sólo escribir poesía podría salvarme. Los poetas siempre me han parecido farsantes por eso no me gusta mucho ese género. Por otro lado, la poesía más hermosa es la que de pronto da un golpe rápido que se queda por siempre en la memoria. La dirección de mi blog es un verso.
Un verso. La historia que más me gusta que yo escribí es en forma de verso, quizá incluso algunas frases de esa historia son los versos más bellos que haya podido imaginar y están ahí.
Tengo ganas de vomitar.
La poesía me revuelve el estómago. Aunque me guste, no lo puedo evitar.
Leí un verso:
Has visto Eternal sunshine?
No.
Nos vemos en Mourdok.
Eso fue suficiente para que comprara el libro. De ese tamaño tengo la sensibilidad.
Hay algo de los buenos poetas que me fascina, pero ese algo no lo puedo describir.
Quiero ser poeta.
Me imaginé llegando al hotel por la noche. Alberto está sentado sobre la cama quitándose los pantalones y luego los calcetines. Y yo también me estoy desvistiendo y de la nada le digo hoy descubrí que quiero ser poeta.
Él sigue quitándose los calcetines, porque se toma su tiempo para cada cosa, sólo me dice “oh, la pájara poeta”.
Y yo: sí.

Es así: compré tres libros de poemas, los abrí y me gustaron unos versos que leí y dije sí quiero comprar este libro. La última vez que sentí fascinación por la poesía fue leyendo a Casariego.
Mi vida necesita poesía en este momento.

Aunque sea para vomitar.

Ahora leo esto y trato de reconocerme ahí. Evidentemente soy yo.
"No olvides quién eres".
Esta frase es como la de Píndaro.
Soy y no soy. Un día te quieres morir y al otro quieres estar escribiendo que el blog cumple años y que hay que celebrar. Lo único que celebro es que la escritura sigue siendo parte de mi vida.

No creo en los propósitos de año nuevo. Sobre todo cuando uno tiene un propósito en la vida y ese proyecto no respeta el cambio que se da en los calendarios. Mi escritura está ahí siempre, exigiendo, a veces escondiéndose, otras veces siento que se apaga pero palpita como el corazón delatador de Poe.

Escribir, escribir, escribir, escribir, esa es la consigna.
Escribir y reconocerme ahí, sin nombres, reconocerme siempre en la escritura. 
Nunca se me hubiera ocurrido escribir: 
"Era un ángel, alguien dulce con flores en el pelo".

Coco Rosie canta:

I was an angel, someone's sweet thing
With flowers in my hair
'Round the corner, flash of silver
And it's alright to recognize me
It's alright to recognize me
Call out my nameless
It's alright to recognize me
Call out my nameless