domingo, agosto 30, 2015

agosto todavía



Domingo de: cielo con bruma, frío y Suedehead de Morrissey, una y otra y otra vez.

Why do you telephone?
And why send me silly notes?
I'm so sorry, oh, I'm so sorry

Amo el downtown cuando hace frío, cuando es tan temprano que sólo hay basura en la calle y charcos de lluvia.
Salí temprano y tomé la bici para ir al cajero de Palma norte. Después pasé a la tienda naturista de Allende y compré un par de jabones y tinte para mi cabello. Compré leche y llegué a desayunar y revisar mi correo. Al poco rato se asomó un poco el sol.
Pero en general fue un domingo de lluvia y ciudad sitiada por el maratón. 

No tenía en mente encontrarme con M. en la Nápoles, pero al final nos reunimos con Pulitzer y otra persona. Y la convivencia fue extraña.
Quizá lo que está raro radica en conocer al otro.
Quién conoce a quién y si ese quien responde a su propio perfil de personaje, para usar las palabras de M. 
El plus de un día como hoy es que sea un domingo improvisado, no dejar llegar la malilla de un día que hace grotesco los vacíos. Al final una mirada te puede decir que no existe el free love, que siempre quedan residuos, que hay algo enrarecido. Vacíos que no se pueden llenar con convivencia, con cerveza, con chiles en nogada o pizza.
Disfruto los días que no terminan como se tenía en mente terminar.
Y éste terminó con una bolsa llena de superama de la Nápoles, té negro y pan de muerto.
Pan de muerto y todavía es agosto.
Café de la finca.
Avena y cereal de arándanos.
Manzanas, peras, limones.
Shampoo y enchinador de pestañas.
Terminó con skype, familia y una chamarra verde para la lluvia.

—Agosto no ha sido un mal mes.
—Y todavía no termina.
—No me gusta que amarren navajas entre nosotras.
—En general fue hostil el choque de mundos.

Son raros los celos en las amistades, pero existen, sobre todo cuando las personas se dan cuenta que hay viejas complicidades. Pero la amistad. Un tratado sobre la amistad y el whatsapp. Si supieran cómo funciona el binomio m :: i
Pero no lo saben. Nadie lo sabe.

Why do you come here
When you know it makes things hard for me?
When you know, oh, why do you come?


viernes, agosto 28, 2015

Último viernes de agosto


Sigo teniendo vueltas de tuerca que no estaban suscritas al guión de este mes.
Escribo esta frase y acto seguido pienso: ¿tenía un guión? ¿tenía un plan trazado? ¿imaginaba el 2 de agosto que mi vida terminaría siendo otra el día 28?
Cuando puse la hoja del calendario de Abril Castillo, me di cuenta que la ilustración era de Abril, que el prólogo lo había escrito yo, que no había un año que pudiera apropiarme más que 2015. 
También vi los cuadritos en los que se suscriben los días y pensé, agosto es un mes largo, apenas puedo creer que sea tan largo.
Agosto de 2015, puedo decirlo con certeza, ha sido un mes sin planes concretos pero con idas y venidas, noticias no esperadas, rupturas y hallazgos, que hacen de mi vida un encuentro con lo desconocido. 
Cambié de idea al escribir en mi blog. Me puse como reto escribir todos los días, aunque fuera algo mínimo. Después no pude continuar con sábado y domingo, porque el mes de nuevo se me reveló. La escritura a veces necesita de un espacio de soledad, y sábado y domingo estuve siempre acompañada.
Saber que nada está escrito, que el siguiente sábado no será igual que el anterior, y que el miércoles tampoco será igual, y que el lunes y el martes laboral pueden tornarse en laborales pero en ruta, en carro, en ferias, en presentaciones, me emociona, me gusta. Varias veces en este mes me encontré pensando: esta es mi vida, este es mi presente y me gusta. 

*

El sábado tomamos el camión a Querétaro a las 6.20 de la mañana en la estación del norte.
Tomamos un uber y conecté mi iPhone. Cerré los ojos. Y escuché Home de Depeche Mode.
Este es mi hogar, el movimiento. Este es mi hogar, ir y venir. Después se puso Dream on.
Era de noche. El uber era una camioneta, con asientos de piel. La parte trasera era cómoda.
Bajamos y de inmediato tomamos el camión.
Cuando desperté mi reflejo se asomaba en la ventanilla. Entrábamos a la ciudad, amanecía, eran las ocho y media de la mañana, el sol asomaba del otro lado del camión, en las ventanillas contrarias. Podía ver mi reflejo, también el de C. dormido. 
Entonces pensé: me gusta esta Idalia que construye y destruye, construye y vuelve a destruir. 
Me gustan mis sobrenombres, me gusta no tener que ser Idalia. Y este fue un viaje en el que no necesitaba ocupar mi nombre. No ser, a veces, también es importante.
Recuerdo que tenía un sueño pesado y me acurruqué a lado de C. 
Me quedé dormida, él me sintió y acomodó su cuerpo, puso su mano sobre la mía. 
Dormimos hasta la estación. 
Después no sabíamos en dónde comprar los boletos para tomar un taxi. 
Dimos dos vueltas en la pequeña estación de autobuses. No aceptaban tarjeta de crédito. Tuvimos que buscar un cajero.
Reímos, platicamos del concierto de la noche anterior, de su amigo el Zorro, de las relaciones personales. Yo me lamentaba porque había olvidado mis lentes oscuros.
—Ahorita compramos unos chafas, me dijo C.
Me gusta cómo C. resuelve siempre todo. No tengo que preocuparme por nada, él sabe resolver cualquier queja, duda o problema.
Llegamos al Holiday Inn de la avenida 5 de febrero. 
Dejamos las cosas y nos acostamos en la cama. Prendimos la tele y veíamos un partido de voleibol de playa, con chicas que tienen un cuerpo espectacular. Después C. dijo algo así como por qué estamos viendo esto y le cambió.
Comenzamos a ver un documental sobre Charly García.
Nos bañamos y nos fuimos a la Feria del libro Infantil y Juvenil de Querétaro, la primera que hacen de este tipo.

*

En el camino a la feria conocí a Óscar David, un tipazo de persona. Venía con un jugo de naranja en la mano sin ninguna tapa y nunca se le derramó. Me daba ansia ver que lo traía y no lo tomaba.
No lo conocía, ese día me di cuenta que lo seguía en Twitter y no sabía ni quién era, sólo me caía bien por las cosas que ponía en Twitter.
Una semana después descubriríamos que nos darían la misma beca del Fonca. 
Tenemos cinco minutos de ser amigos en Facebook y ya nos adoramos.
La feria; un lugar triste, pocos stands, poca gente, un foro con sillas y algunas personas como público.
El Gómez Morín le llaman.
Tenía mejores libros la Educal del lugar que los stands que estaban fuera.
Compré tres paquetes de estrellas que brillan en la oscuridad. Recordé cuando mi mamá me trajo de Estados Unidos un paquete llena de estrellas y las pegamos en mi cuarto.
Recuerdo estar acostada en mi cama individual con un novio viendo las estrellas. Él usaba lentes, así que cuando se los quitó los puntitos se movían, daban una luz diferente. 
Me narraba el movimiento de las estrellas. Eso y la hierba que fumaba.
Después compré el libro No hace mucho tiempo de Jimmy Liao. Fueron buenas compras para ser una feria pequeña y sin éxito.
La discusión de la mesa radicó en si vale la pena hacer literatura si no se puede vivir de eso. ¿De qué vive un escritor? Si no eres Murakami, ¿de qué se vive? Y cuáles son los medios alternativos para la literatura en México. Después, un poco, tornó el tema siempre mal aplicado en comparar la literatura con el arte conceptual. Se tiene este lugar común de decir, la literatura es también un arte, como la pintura, o la fotografía o el cine. La verdad no, la literatura no se puede contemplar como se contempla un cuadro de Pollock, son lenguajes diferentes. C. dijo algo que se quedó en mi cabeza: "la literatura tiene la capacidad de retratar la condición humana". En conclusión parece existir una crisis no declarada en las letras mexicanas. ¿Quiénes serán el canon en México dentro de unos cincuenta años? ¿Quiénes serán los clásicos? ¿Quiénes están haciendo literatura en México, obras literarias que no envejezcan en diez años? 

*

Hay algo que no puedo destruir y es mi propio pasado que me tiene parada en este presente. 
En un presente siempre de elección.
Cuando la gente habla de "construir" un futuro, de "ahorrar" para el futuro, se olvida que está parado sobre algo ya construido. Escribo estas frases y siento que estoy citando a Pablo Coehlo. Pero lo digo en serio. Lo pienso así porque he visto personas quejándose de su vida y lo que menos siento hoy, en este presente, es una queja de mi vida. Me podré quejar de que la calle está llena de basura el domingo por la mañana o de que hay ruido por la noche, pero no de mi vida tal como la tengo hoy.
No estoy pensando en un futuro remoto porque ya lo tengo.
Desde que comencé a escribir cuando no sabía ni escribir, cuando sólo tenía la certeza de que la mejor manera de sacar mi ansiedad era escribiendo, decidí, sin saberlo, que apostaba por la literatura. Ahora soy editora y la apuesta sigue ahí, ahora con mayor compromiso. La gente tiene miedo de hacer una apuesta por las cosas en las que cree. Y terminan engañándose. Hay más personas engañándose a sí mismas de lo que se piensa. La verdadera fidelidad radica en ser fieles a uno mismo. Ya lo decía Píndaro: sé lo que eres. También lo dijo Vila-Matas, en una plática que dio en la BNE, dijo algo así como, si tuviera que darle un consejo a un joven escritor mientras estoy en mi lecho de muerte sería: escribe y encuentra quién eres.
Fin del choro de viernes en la noche porque #Soysola.

jueves, agosto 20, 2015

jueves de


1.


Comí con mi mamá en Copilco.
Después fue a dejarme al dentista. 
En el camino vimos una paloma caminado a media calle. 
Mi mamá me dijo: por favor baja y ayuda esa paloma.
Le dije: no puedo, no puedo tocar animales con alas.
Se orilló, puso las intermitentes y bajó del carro.
Por el retrovisor vi que tomaba la paloma con las dos manos y la colocaba en la banqueta.
Regresó al carro. 
—No estaba bien, pero al menos la quité del camino.
—¿Estaba vieja o qué?
—Creo que sí.


2. 

—La resina está cuarteada. Hay que cambiarla.
Anestesia. 
Una hora y media con la boca abierta. 
Resina nueva.
Boca deli.
–Tu boca no estaba tan "cloaca" como dices que la traías.

3.

Sabías que en Brasil no se dice "tristemente", se dice "infelizmente".


4.

—¿A qué hora vamos al karaoke?
—Ya es buena hora. Podríamos ya ir.



miércoles, agosto 19, 2015

miércoles de klezmerson



En el 2008 escuché por primera vez a los Klezmerson, fue en el Zinco Bar en la calle de Motolinia.
Me acuerdo que fue por casualidad. Fuimos A. y yo a escuchar música, sin preocuparnos por el grupo, no sé cómo llegamos al Zinco, pero fue un descubrimiento genuino. Entramos a una parte de la ciudad de México que no conocíamos. Ahora se ha hecho más famoso el lugar, pero en esos años, no era tan común.  
El Zinco está en el sótano de lo que alguna vez fue un banco. El edificio, art déco, hermoso, ahora funciona como gimnasio. El sótano conserva un aire viejo, de bar newyorkino, media luz, barra, mesitas, telones de terciopelo rojo.
Lo que más llama la atención son las bóvedas de seguridad que me recuerdan o me hacen sentir en una película de acción. Cuando vas al baño puedes ver esas enormes puertas de seguridad.

Los Klezmerson tienen a una flautista muy guapa que, al menos esa vez, tocó de forma espectacular. Después compré los discos y supe que se llama María Emilia.

Este año tocarán como parte de la programación del BESTIA Festival.

Hice la edición de los contenidos del Festival y cuando me topé con sus nombres tuve un flash back que me hizo recordar que compré los discos pero que luego quién sabe en dónde quedaron. 
Me da pena, tristeza y un poco de horror decirlo, pero 2008 quedó atrás hace tiempo. 
Mis tres meses de Spotify premium me los trajo en vivo y en directo y volví a conectar con la música klezmer. 
La música y los recuerdos tiene algo de similitud con los olores. 
Guardan una esencia que es difícil de ¿olvidar o quitar o sacar de la memoria?
Y la música sabe guardar los recuerdos con exactitud de notas.
Ahora traigo estos recuerdos en technicolor.
Ahora traigo ese telón de terciopelo rojo, luz azul y música que mi mente católica de closet asocia con judíos.

Hoy: correr, escribir, trabajar, escribir y ordenar la casa.
Limpiar.
Barrer.
Lavar.
Este es el mood:


martes, agosto 18, 2015

martes laboral





Caminé hasta la Cibeles mientras platicaba por teléfono con mi mamá.
Tomé la bici y llegué al Consejo a las 10.00 am en punto.
Entré al Starbucks y estaba el chico que conoce mi nombre y las dos opciones de café.
A veces nos vemos a los ojos y adivina si será americano o chai.
Hoy fue americano.
Abrí el changarro, que no es otra cosa que prender la computadora y comenzar a contestar mails. Después me puse a dictaminar todos los textos que llegaron de cuento para el plan editorial.
A las 11.00 tuve junta con RC.
Fuimos por un café a Reforma 222.
A las 12.00 seguí dictaminando hasta las 2.30 pm que salí a comer.

¿Cómo pueden existir personas que escriban 120 cuartillas y que no acentúen los verbos en pasado, que no acentúen la palabra mamá?
Es muy fuerte leer tantas propuestas de libros de cuentos y de novelas y encontrar que lo más básico no está resuelto. Y llamo "básico" a la ortografía.

Estuve escuchando una lista nueva en Spotify.
En algún momento me acordé del soundtrack de Robin Hood y quise escuchar el tema de Bryan Adams, Everything I do, I do it for you. De ahí salté a Fast car de Tracy Chapman.
Cursi, cursi, cursi, cursi y noventero nivel: tercer año de primaria.

¿Es estúpido enumerar las actividades de un día cualquiera?

Fui a comer al Sanborns.
Sopa especial con pollo. Limonada mineral poco jarabe.
Pedí una gelatina de postre.
Regresé a la oficina temprano y seguí dictaminando textos.
Me enojé mientras leía.
En un punto sentí que seguía leyendo el mismo texto.
Una especie de narración coloquial.
Del tipo: Don Memo nos dijo que la vaca estaba enferma.
Y cuando doña Marina llegó, entonces le dijo a mamá que nos saliéramos de ahí, que corriéramos.
No sé explicarlo bien, pero sé escribirlo porque fue todo lo que estuve leyendo en el día.
Una especie de "quiero ser Juan Rulfo pero soy esta cosa extraña que no termina de cuajar".
Qué desesperación.
Cuando dejo de entender el hilo narrativo, me detengo unos minutos y trato de dejar la mente en blanco.
Y sólo imagino qué estarán leyendo los nacidos entre 1992 y 1995.
¿Qué están leyendo? ¿Por qué don y doña y la gallina y el establo y la canícula?
¿Es en serio? ¿O los jóvenes escriben como viejos?

Terminé todos los libros de cuento pasadas las seis y media.
Afuera estaba a punto de llover.
Así que me fui a mi casa. Había tráfico en la ciclopista.

Pensé en escribir, pero de nuevo, todo me parecía tonto.
A veces lo más cercano como lo cotidiano, como la rutina, es lo más ominoso para la escritura.
Pareciera que lo cronológico siempre es insulso de narrar o describir.


Visité la papelería nueva que abrieron a un lado del edificio en donde vivo.
La señora que atiende fue tan amable que no quería irme sin comprar algo, cualquier cosa.
Y compré un sobre de plástico y una pluma roja.
Luego fui a la Bodega Aurrera de República de Perú.
No hay un súper que me deprima más que éste. Pero no tengo más opción.
Muchas veces logro evitarlo. Las últimas semanas he tenido que ir porque Pavlova se queda sin croquetas y sin arena. Sólo compro eso. Casi que paso sin ver. Pero todo es hostil. Cajeros y personas que compran. Hay un maltrato de ambos lados muy tremendo. No hay empacadores, no hay bolsas. Muchas veces la gente pide una caja de las que desocupan. A veces acceden, otras no. Yo siempre llevo mis bolsas de tela para meter lo que compre.
Cuando entro a ese lugar siento que estoy conteniendo la respiración.
Varias veces me han robado a la hora de empacar. Entonces estoy concentrada en mi cartera, en que no me roben lo que empaco, en que me regresen la tarjeta, en que me hayan cobrado bien.
Y es cansado.
Volví a casa, sana y salva.
Llené el bote de croquetas. Guardé la arena.
Acomodé los trastes limpios en su lugar. Y una vez que todo estuvo en orden vine a la computadora.
Pensé en romper un poco "la regla" de que mi blog se actualice un día a la semana.
Tal vez porque es la única forma que encuentro de sentirme en casa.
Sentarme un rato, escuchar música, tomar un mezcal y escribir lo que sea que venga a mi mente.

El random acaba de poner Wish you were here, Pink Floyd.
Pavlova acaba de venir a subirse a mis piernas. Se acomodó y se quedó dormida mientras escribía estas últimas cuatro frases.

Y ya.
Esto fue el martes.
Supongamos que mi martes fue cotidiano.
Sin ninguna falla en la matrix.


lunes, agosto 17, 2015

lunes deconstrucción


Enumerar los sentimientos.
Aquí sí.
Aquí no.


Acomodar las acciones de una semana.
     En orden alfabético.
     No quiero un índice de nombres propios.


Sin pruebas que resolver.
1. oraciones parafraseadas.
2. sin presentes y pasados.
3. sin textos previos, ni comprensión de lectura, ni mensajes de whatsup.


Romper el juego de la escritura para abrir la realidad.
a. en cualquier ventana.
b. con el soundtrack de Sparks.
c. sin las cartas de Eno.
d. con el tarot egipcio.
e. y hielos de bolsa en vasos de unisel.


(Todavía hay parmesano en laja).
(¿whisky o güisqui?).


track 1.              lovers are strangers 
Chinawoman.     there's nothing to discuss
noche.               hearts will be faithful
del lunes.           while the truth is told to someone else


domingo, agosto 16, 2015

domingo de Lagunilla





Conocí a Paco Díaz a los 13 años. Fue en los primeros días del ciclo escolar de 1998. En una secundaria privada en la colonia Florida, antes de que existiera la estación del Metrobus Francia, antes de que supiéramos quiénes éramos. Una niña llamada Ariana Mena me presentó a Paco en el patio de la escuela, mientras estábamos en el descanso de entre clases.

Yo era nueva en la escuela, no había cursado primero de secundaria ahí, así que era la extraña en un microuniverso en donde ya todos tenían dinámicas establecidas, talleres asignados, apodos, amigos y grupitos. Ariana pintaba para ser mi amiga pero no fue así, al poco tiempo conocí al amor de mis amores, Zaida Morales. 

Pero antes de conocer a Zaida conocí a Paco. 

Curiosamente Zaida y Paco nunca habían salido de esa escuela desde la preprimaria, así que en la competencia de la amistad yo no pintaba para nada. Aunque a decir verdad nunca competimos por esa amistad. Era muy claro que cada quien se llevaba con Paco a distintas escalas.

En la secundaria, y supongo que en general en todas las secundarias, los alumnos tienen nombre propio y apellido, quizá por eso Paco Díaz siempre me llama Idalia Sautto. A veces sólo "Sautto".

Ese mismo año vivimos juntos la experiencia de ir al primer Vive Latino de la historia de los Vives Latinos. Crecer en la adolescencia es cuestión de meses. Un día eres uno y al día siguiente otro y la siguiente semana ya no recuerdas quién eras al inicio del mes.
Vimos juntos a La Lupita, Molotov, Tijuana No, Café Tacuba, ¿El Gran Silencio? 

Me acuerdo que Paco tomaba registro de todo lo que hacía. Tenía una grabadora en la que tomaba notas de voz de sus viajes. Me acuerdo de haber pasado una hora completa escuchando el relato de un viaje a San Miguel de Allende.

Al salir de la secundaria nos distanciamos; preparatorias diferentes, carreras distintas, filtro natural. Después nos volvimos a reencontrar en otra etapa de nuestras vidas. 

Paco es fotógrafo profesional y desde hace varios años su amistad y su lente ha comenzado a seguir mi vida. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que ha estado en los momentos más importantes. 

Hoy nos vimos para ir a la Lagunilla, en la misión marcos modernos.
Paco se muda a vivir a finales del mes con Carolina y querían enmarcar un par de cuadros para su nuevo hogar. Los primeros que pondrán juntos en su estancia.

Caminamos juntos a la Lagunilla bajo un sol quemador. Fuimos al tianguis de antigüedades. Ya no venden cerveza en la calle por los distintos operativos que han metido en esta zona de la ciudad. Así que tomamos agua de coco y clamato. 

Compré una escultura con rebaba del tamaño de un soldadito de plástico, un plato de peltre café y un pin que dice: yo amo a los doors.

Él compró un lente para ver diapositivas. 

Ella compró un par de platos de peltre y una fotografía intervenida.

Carolina es de Costa Rica y nunca había ido a la Lagunilla. Siempre es grato tener los ojos nuevos para un lugar que no es nuevo, que sigue siempre igual tanto en la memoria como en el espacio geográfico; mismas cosas viejas, mismos lentes de los sesenta, mismas reliquias que producen un deseo de posesión. En el camino Caro me preguntó cómo conocí a Paco. Y pensé algo que ya había registrado antes pero que nunca había escrito: Paco figura como uno de los amigos más viejos que tengo.

Al final, después de varios años y de cambiar de vida y contextos, seguimos siendo muy amigos.
Hay una complicidad que me gusta. No necesitamos saber mucho uno del otro para entender que siempre estamos disponibles para escucharnos.

"Has arreglado bien tu casa McFly", es una frase que Paco siempre me dice cuando llega a mi departamento.



viernes, agosto 14, 2015



1. Mis días
YA
nunca 
comienzan 
igual. 
(Estoy tratando de escribir desde el martes y la semana está teniendo vueltas de tuerca que no venían en el guión.)


2. A veces cruzo la Alameda a toda velocidad en la ecobici cuando todavía están prendidos los aspersores. A veces la cruzo por la tarde cuando la gente está dispersa y no saben hacia dónde caminar y es fácil atropellar a cualquiera. Al menos una vez a la semana hay algún tipo de concentración de personas en Reforma. Ahora estaban reunidas cinco patrullas en la esquina de Reforma e Insurgentes. La ciclopista está inundada de nuevo. El monumento de Colón sigue manchado de grafiti rojo, y me gusta que esté así. Sigue haciendo calor por las mañanas y lluvia por las tardes. El random sigue arrojando a Coco Rosie. Las playlists comienzan a tener otra capa de recuerdos. La canción del año es Police Encounters. Y anoche desperté y tenía un pedazo de esa canción y quería cantarla, pero no sé la letra, así que sólo la tarareé. Ahora escucho Depeche Mode. Y la letra dice: 
It's only when I lose myself in someone else
that I find myself
I find myself.
Y en eso podría definir esta semana.
En perderme y encontrarme.


3.

—Te paso mi turno, escribe tú, me dijo M.
         Yo: Ño.
—Idalia, no puedo dormir, me dijo T.
         Yo: Bé**** l*s c**c**s. 
—Esto no pinta bien, es la octava vez que te lo digo, me dijo B.
         Yo: Es increíble, de verdad.
—Desde que recuperaste a tu padre, me dijo mi padre.
         Yo: Salud.
—Me voy a dar unos besos bien atascados con A, me dijo MB.
         Yo: Atáscate es viernes.
—¿Quién eres? No te conozco, me dijo M.
         Yo: Soy Idalia.


4. Una lista de sobrenombres:
Iceland,  ice ice baby con María,  
Idi para Honey, la niña de piedra, 
Albertine con la Bist, 
la pinche Pájara, 
Italia, Islandia, 
Idis para Paco, 
Idalushka, 
#mismapersona con ManuelBueno.


5. Al final esta semana se llama: Debut y despedida.
Subtítulo: Sin nombres extra.
Hay cosas que nunca voy a cambiar de mi persona.
Esta es la carita triste que usa MB cuando le cuento cosas que no son bonitas:
(u_u)
Mi abuela decía: "Tengo la lengua muy larga y la cola muy corta". 
Siempre me pareció una gran frase que nunca he podido aplicar en una conversación, porque siempre tengo la cola larga.
Cerati dice: "En mis sueños nunca pierdo la oportunidad. Aunque a veces se equivoquen, no confundo más".
Hace mucho que no recuerdo lo que sueño. Supongo que es una trampa que yo sola me pongo, para no agregar palabras a mi realidad.


6. ¿Se puede delimitar la luz y la oscuridad de un ser?
¿Se puede hacer un recorrido entre luz y sombra? 
Decir: aquí hay luz y aquí no. Aquí sí. Aquí no. 
Un dedo recorriendo los límites de la oscuridad.
Todos tenemos un dark side, ¿no?
¿De quién aprendemos a nombrar las cosas cuando el mundo ya está nombrado por otros?
Quisiera que las canciones hablaran por mí y así dejar de escribir. 
Hay palabras que se acomodan mejor en la boca de otros: 
Conducido con una venda en los ojos.
Me llevaste al centro de la plantación. 
Titubeé. 
Y mas nunca te encontré.


martes, agosto 04, 2015


El hombre con la sonrisa de 64 mil dólares, en el pico más alto del dólar, y con un lunar, perdón,  dos lunares, uno arriba y otro a un lado. Le gustan sus ojos, debajo de esas dos cejas. Le gusta también Fitzcarraldo, una película de 1982, cuya imagen más poderosa es la de un barco en medio de la montaña, cruzando a todo vapor, conquistando lo inútil. El individuo más perdido que he conocido lleva una cangurera de piel negra, lentes de pasta y en el Karaoke Sullivan siempre quiere cantar “tengo dos penes”. El hombre que escribe sobre Heidegger y que se va de vacaciones a la Habana, profesor de filosofía, lo conocen bien en la Facultad de Filosofía y Letras, le dieron la medalla por 35 años de mérito académico. La novela que está escribiendo el hombre, justo enfrente de mí, con una camiseta gris que tiene el retrato de un chico tocándose la cara, en pose de queja, es de una novela que se llama “Hacer el bien” de Matt Sumell. Una virgen blanca traída de la Basílica de Guadalupe en una peregrinación de un exnovio cristiano, tenía las manos rotas pero observaba todo lo que se hacía sobre la mesa. La mirada de doña Lilia por las mañanas cuando salgo a trabajar y le digo “Buenos días”. La portera de mi edificio siempre indignada por las personas que orinan en la azotea o en las escaleras del edificio. La mujer que sabe hablar el mejor inglés de la ciudad de México y sigue diciendo I cross my heart y cuya tesis sobre Victor Dubreil busca rescatar la antigua fábrica de Río Blanco. El hombre que hizo un libro con los dibujos de un amigo y que contiene frases como “ENTONCES ¿si? Porque no es un es namas un RATITO, ne, no creas que vas a ir tantito tiempo, si decides quedarte, allí te quedas”. María, la única M. de la historia, siempre viste de negro y podría ser la hija de Miguel Bosé: por las mañanas me dice “oli” y por las tardes me dice “ice ice baby”. El güero, lo conocí el jueves pasado, me compró una planta grande en la mueblería y pronunciaba “Albertine” en un francés superior. La novela por entregar, sólo en su primera parte tiene 45488 palabras, en la caja de texto eso equivalen a cerca de 450 páginas, esa novela es del hombre que alguien definió como el Maradona de las letras. La otra vez lo escuché decir: “nadie trabaja como yo y nadie se droga como yo”. Mi abuela se murió en el 2008, fue la primera persona en decirme “Idalita, eres obscena, eres obscena”. Lo dijo así: dos veces seguidas. No lo dijo para ofenderme, lo dijo para describir lo que tenía enfrente. La calle con más baches en la ciudad es Allende cuando se convierte en Bolívar.  ¿Se puede describir el fin de semana sólo por los rostros y calles que se atraviezan en mi vida?