postalita en mi mano, santo, estos días no se acaban y eso es bueno, por qué no habría de estar bien, a la felicidad no se le rechaza. Tantas ideas rascando como las comas el silencio de cada pausa que uno decide hacer para tomar aire o simplemente porque así debe ser,,, rascando como a veces me rasco mis piernas, de manera despiadada, por eso tengo tantas marcas y eso me hace sentir mal, no me había dado cuenta de qué tan mal, porque me veo al espejo y veo que tal vez no tendrán remedio. No quiero hablar de eso, lengua de vaca, pompidou. Es imposible depender de las horas y de las citas, apenas tengo la paciencia para esperar que las letras junten palabras, y cuando estoy aprendiendo a poner algo sobre la mesita de noche, a colgar un arete por adentro, no entiendo, estas palabras son como un gran armario, aquellos armarios antiguos con espejos de medias lunas y bajorrelieve y espacio para jugar a las escondidillas. Guardar el pasado sous sur la cama, por ejemplo. Ahora me estoy viendo en el lado correcto de lo que pienso o me invento, da lo mismo si no distingo entre las dos situaciones. Mientras sostengo dos saquitos de té como si los hilos fueran dos colitas y los saquitos una nariz que respira. Los tengo en el aire, tal vez un centímetro, tal vez, pero sobre el té para no manchar, para no escurrir fuera de la taza y mientras poder revolver la leche y que las colitas no se enreden con la cuchara.
(Kiss, kiya, kipling, bolsita roja que se cuelga en mi hombro.)
Tengo los pies juntos, los besos sobre el buró, sentada esperando, los brazos, no soy capaz de levantarme e ir. El deseo de ir, tanto cereal por la mañana, soy el cheerio o soy la abejita de la caja que dice soy buena. Pavlova está aquí enfrente, vigilando nada. La mirada del gato no hipnotiza, simplemente no ve, no ve, no ve. Por favor que no se vaya, quiero decir, el gato se puede ir, que no se vaya el beso del buró, estoy parada en la cama, tengo que pintarme los labios de otra manera, ah, no lo sé, de otra manera no sería feliz. Estoy un poco cansada. Hasta qué punto estoy haciendo palabras como pedacitos volando por todas partes, espejitos que reflejan estrellas de un lado a otro, la punta roja de un color, la gata es una bailarina y sin verme, Jano no abrirá sus puertas, las piernas desnudas, el tren de cabeza corriendo sobre el vapor, el texto Klee, pelitos de goma que han borrado un conejo por aquí, hola cuadrito, un ojo, una pupila de lápiz, atardecer amarillo, non, Je ne regrette rien… non, Je ne regrette rien…
Debería seguir rascando. Aunque después me arrepienta. Aunque después el espejo y cosas por el estilo, otra vez tanta pomada sobre los ojos, esta palabrita debería ser una lágrima artificial, que cure, que cure de una vez por todas, otra vez tratando el texto como un frasco de cristal… desde la mañana ando con eso.