¿En qué parte del centro venden flores?
No he encontrado un lugar cerca de casa en el que pueda comprar flores y comienzo a pensar que el lugar más cercano es el mercado de Jamaica.
No hay flores en esta casa.
Mentira, el malvón tiene dos flores rojas.
Todo está en calma por la mañana.
Salgo a correr y las jardineras de las jacarandas tienen los aspersores prendidos y se hacen charcos por todo el piso. La gente que sale del metro Bellas Artes siempre van caminando a prisa, pareciera que todos van al mismo lugar. El organillero a esa hora está tocando con la fuerza que le da un brazo y me da la impresión que nadie le hace caso. El encargado de limpiar la estatua de Humboldt hace su tarea matinal, con un trapito va limpiando los pliegues de la estatua. La exposición de rostros que acompaña la feria de las culturas descansa en ese costado de la Alameda. Es una exposición sin pena ni gloria, cumplidora en su tema. Hay una nueva homeless en la Alameda. Una vieja desdentada con pelo largo, blanco, se queda parada frente al retrato de una rubia holandesa. Apesta a varios metros de distancia. ¿Por qué hay tanto homeless en esta parte de la ciudad? Dice Berardo Esquinca que tiene que ver con los comercios que tiene el centro, la cantidad de negocios de comida que hay en la calle, la culpa católica de todos los taqueros hace que invariablemente le ofrezcan la comida a los desposeídos y quizá no exista un lugar mejor para tener la comida asegurada como el centro.
¿Y también aplica a las prostitutas? ¿también tienen hartos clientes porque la moral católica siempre es doble? Ayer de regreso a casa vi una mujer alta con un brasier rojo y una falda pequeña. Sólo traía el brasier, no traía nada más, y los pechos eran impresionantemente grandes. En ese momento quería voltear y verla, qué hace, cómo se desenvuelve, cómo puede sobrevivir a la mirada de todos los transeúntes. Ayer también mientras corría en la Alameda a lo lejos vi un chico joven, bien peinado, no tendría más de 30 años, con tatuajes en los brazos: sin piernas. Sobre una patineta su tronco, junto a él un chico normal, entre los dos quitaban una valla de contención de autos, la acomodaban en otro sentido, justo afuera del metro Hidalgo en la calle que siempre está bloqueada para tomar Av. Juárez.
¿Por qué no tiene piernas? ¿En qué trabaja? Este chico no era un mendigo porque en esta ciudad si no tienes piernas puedes estar en un semáforo, pero él no, estaba haciendo varias labores.
Yo veía esa escena mientras corría, mientras hacía uso exclusivo de la falta del chico.
En el centro hay más personas hablando solas de lo que uno piensa.
Gente con alguna enfermedad mental que necesita mentar madres, que necesita violentarse a solas y gritar majaderías. Afuera de Telmex está una señora que vocifera peladeces. Y todos siguen su ritmo de vida, el de tránsito, el mantero, los turistas, incluso yo que acabo de ir a correr me hago un poco la loca. Pero ahí está la señora diciendo que nos lleve el diablo malditos imbéciles.
Sobre Gante hay otro individuo hablando fuerte y de pronto rumorando, pero es el mismo tono que la señora de Telmex. Sólo que él tiene parálisis en el brazo y lo menea como si fuera a cortar la cabeza de alguien. No sé por qué específicamente este hombre siempre tiene el rostro cubierto de grasa negra. Es también de esas personas que uno no quiere ver, pero la fuerza de la cotidianidad siempre gana y cada que salgo no puedo omitir la presencia de todas estas personas.
Estoy pasando por Madero y pienso: A todo esto: ¿en dónde podré comprar flores?
No he encontrado un lugar cerca de casa en el que pueda comprar flores y comienzo a pensar que el lugar más cercano es el mercado de Jamaica.
No hay flores en esta casa.
Mentira, el malvón tiene dos flores rojas.
Todo está en calma por la mañana.
Salgo a correr y las jardineras de las jacarandas tienen los aspersores prendidos y se hacen charcos por todo el piso. La gente que sale del metro Bellas Artes siempre van caminando a prisa, pareciera que todos van al mismo lugar. El organillero a esa hora está tocando con la fuerza que le da un brazo y me da la impresión que nadie le hace caso. El encargado de limpiar la estatua de Humboldt hace su tarea matinal, con un trapito va limpiando los pliegues de la estatua. La exposición de rostros que acompaña la feria de las culturas descansa en ese costado de la Alameda. Es una exposición sin pena ni gloria, cumplidora en su tema. Hay una nueva homeless en la Alameda. Una vieja desdentada con pelo largo, blanco, se queda parada frente al retrato de una rubia holandesa. Apesta a varios metros de distancia. ¿Por qué hay tanto homeless en esta parte de la ciudad? Dice Berardo Esquinca que tiene que ver con los comercios que tiene el centro, la cantidad de negocios de comida que hay en la calle, la culpa católica de todos los taqueros hace que invariablemente le ofrezcan la comida a los desposeídos y quizá no exista un lugar mejor para tener la comida asegurada como el centro.
¿Y también aplica a las prostitutas? ¿también tienen hartos clientes porque la moral católica siempre es doble? Ayer de regreso a casa vi una mujer alta con un brasier rojo y una falda pequeña. Sólo traía el brasier, no traía nada más, y los pechos eran impresionantemente grandes. En ese momento quería voltear y verla, qué hace, cómo se desenvuelve, cómo puede sobrevivir a la mirada de todos los transeúntes. Ayer también mientras corría en la Alameda a lo lejos vi un chico joven, bien peinado, no tendría más de 30 años, con tatuajes en los brazos: sin piernas. Sobre una patineta su tronco, junto a él un chico normal, entre los dos quitaban una valla de contención de autos, la acomodaban en otro sentido, justo afuera del metro Hidalgo en la calle que siempre está bloqueada para tomar Av. Juárez.
¿Por qué no tiene piernas? ¿En qué trabaja? Este chico no era un mendigo porque en esta ciudad si no tienes piernas puedes estar en un semáforo, pero él no, estaba haciendo varias labores.
Yo veía esa escena mientras corría, mientras hacía uso exclusivo de la falta del chico.
En el centro hay más personas hablando solas de lo que uno piensa.
Gente con alguna enfermedad mental que necesita mentar madres, que necesita violentarse a solas y gritar majaderías. Afuera de Telmex está una señora que vocifera peladeces. Y todos siguen su ritmo de vida, el de tránsito, el mantero, los turistas, incluso yo que acabo de ir a correr me hago un poco la loca. Pero ahí está la señora diciendo que nos lleve el diablo malditos imbéciles.
Sobre Gante hay otro individuo hablando fuerte y de pronto rumorando, pero es el mismo tono que la señora de Telmex. Sólo que él tiene parálisis en el brazo y lo menea como si fuera a cortar la cabeza de alguien. No sé por qué específicamente este hombre siempre tiene el rostro cubierto de grasa negra. Es también de esas personas que uno no quiere ver, pero la fuerza de la cotidianidad siempre gana y cada que salgo no puedo omitir la presencia de todas estas personas.
Estoy pasando por Madero y pienso: A todo esto: ¿en dónde podré comprar flores?
1 comentario:
Sobre Juárez pasando balderas como si fueras a insurgentes. La calle se llama Humboldt
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