El unicornio
nos contemplaba
desde la atalaya de ojos
del novísimo
castillo de alas
yo te maldigo
bailarina de piedra.
Un tintero
y metimos al unicornio
en ese tintero
el silencio de los mudos
no es silencio
yo te bendigo
hada madrina
brazos en cruz.
Pedro Casariego en La risa de Dios