domingo, enero 25, 2009
miércoles, enero 21, 2009
Bueno, pues ayer se supone que iría al munal, pero no fue así.
Cosas que pasan sin que nadie pueda ponerle un remedio.
Ayer salí de estar con Ana y dejé mi carro estacionado en esta gran avenida que se llama Vasco de Quiroga, sobre la que se encuentra el Centro Comercial Santa Fe. Claro que no metí mi carro al estacionamiento porque es caro y ya muchísimas veces lo he dejado afuera porque está permitido estacionarse ahí, además era muy temprano y había lugar para dejarlo. Pues cuando salgo de con Ana, como a las diez de la mañana, voy caminando hacia mi carro y me doy cuenta que muy cerca de él hay todo un operativo de policías alrededor y cuando llego me doy cuenta que están sobre mi carro. Primero pensé: Se lo van a llevar, he pensado todo este tiempo que está permitido estacionarse aquí pero no es así. Y cuando me acerco más veo que está destrozado el cristal del copiloto. Me robaron. Y como soy una mexicana promedio, claro que todo es muy predecible: dejo la carátula de mi radio en la guantera, dejo mi i-pod, dejo mis lentes, porque pienso que eso de la inseguridad en la ciudad de México es una leyenda urbana. No es así.
Y entonces me preguntan si soy yo la propietaria del carro. Y digo que sí. Y me dicen que le dieron un cristalazo a mi carro y que me robaron el radio. Me asomo y veo todo destripado el hueco del radio, con cables y miles de pedacitos de vidrio. Pero me dicen los policías: Los atrapamos. Los vimos echarse a correr y los agarramos con todas sus cosas. Los tenemos en la patrulla y necesitamos su declaración. ¿Es de usted este i-pod? Y yo ¡sí! Y este estéreo ¡sí también! Bueno pues nos tiene que acompañar a la delegación Cuajimalpa para levantar un acta. Y yo en mi súper felicidad de tener todas las cosas por segundos perdidas digo que claro que sí iré a levantar el acta. Entonces se sube un policía a mi carro y me dice que él me lleva a la delegación. Y ya cuando lo traigo en mi carro y ya voy para la delegación Cuajimalpa que, en dónde demonios está eso, comienzo a pensar que todo ese operativo es un teatro de gente mala y que en realidad me van a secuestrar. Qué horror, y me comienzo a poner nerviosa y a preguntar si ya vamos a llegar a la delegación y no veo nada que se le parezca, sólo subidas y pueblo y lugares harto desconocidos por mí. Entonces comienzo a marcarle por teléfono a Alberto y no responde, y no responde, y no responde. Y claro que pienso, le tengo que hablar a mi mamá, pues qué otra. Y me dije, no, no le hablaré a mi mamá, toda desesperada sólo la voy a asustar. Pero dentro de mí, en el fondo de mi ser había un grito: MAMÁAAAAA. Y por fin llegamos a la delegación Cuajimalpa y no eran secuestradores, mi malviaje se terminó: eran auténticos policías haciendo su trabajo, ¿cuál? pues agarrar criminales y regresar el i-pod a señoritas como yo.
Entonces empezó todo el horror, eran niños los que rompieron el cristal y me robaron, niños de once, doce y trece años, y los de la delegación Cuajimalpa les dijeron a los policías que no, que ellos no levantarían una investigación porque eran menores de edad y eso le correspondía al tutelar de menores. Llévenlos allá o déjenlos libres. Y los policías, que nunca habían ido al tutelar me dijeron que tenía que ir con ellos. Y yo pues claro que iba a ir. Fuimos a Niños Héroes y Fray Servando. Y los policías se perdieron, en ese momento me dieron ternura, pero tenían un ánimo y unas ganas de hacer su trabajo como nunca en mi vida lo había visto. Afuera toda esa mierda de que no hacen nada y son unos panzones flojos que andan por ahí. Mis policías, mis héroes no tenían panza y eran de mi misma edad. Total que anduvieron preguntando hasta que por fin llegamos. Y resultó que el tutelar ya lo habían cambiado a Obrero Mundial, muy cerca del ahora Parque Delta. Y llegamos allá. Pusieron a los niños en un pasillo junto con unas niñas que se habían robado un peluche de Elmo. Y de pronto me pensé yo misma ahí con un libro robado. Pero no, no soy menor de edad y nunca me han cachado robando libros. Pensé: Pena robar y que te cachen. Niños tontos. Eran niños como de la calle, la verdad sentí mucha pena cuando los vi, y uno de los niños me veía mucho y lo vi directo a los ojos y me di cuenta que no le daba pena verme y saber que a mí me había robado, no, nada de pena, hasta me llamó para que fuera, como que quería decirme algo, pero no fui porque estaban los policías ahí. Entonces me preguntó la hora y se la di. En el tribunal estuve tres horas porque había muchos niños que atender y muchos permisos para que puedan pasar las mamás de los niños a darles comida.
Por fin pude levantar mi acta junto con los dos policías. Estos dos policías me hicieron ver que sí, que allá afuera hay personas que están dispuestas a proteger a los ciudadanos. Y además no podía quitarme de la cabeza cuando llegué a mi carro y vi todo el operativo, vino a mi mente la cancioncita de: COPS COPS! Y me emocionaba pensar que rescataron mis cosas y sólo por eso valió la pena tanta pérdida de tiempo.
Les pedí sus nombres para reconocimiento público, además de que después de escribir esto haré una carta a la delegación Cuajimalpa para felicitar a estos chicos que no sólo hicieron bien su trabajo, si no que además tuvieron paciencia en todo momento y me calmaron el ánimo cuando ya estaba harta de estar en el tribunal y ver niños infractores. Los policías preventivos de la 16 unidad de protección ciudadana “el Yaqui” son Roberto González Velasco, Mario Alberto Martínez Camargo, y me faltan los nombres de todos los policías que estuvieron en el operativo. Pero a todos ellos les agradezco profundamente todo lo que hicieron, ya sé que es parte de su trabajo pero hay personas que no hacen nada y ellos no sólo hicieron bien su trabajo si no que pese a que nadie quiere levantar actas contra los menores infractores porque salen al día siguiente, ellos lo hicieron. Sí, fue un horror estar en el tribunal de menores tanto tiempo y después llevar mi carro a que le pusieran un cristal nuevo, hablar al seguro y regresar al tribunal para recoger mi estéreo después de que pasara por el peritaje. En fin… cuando llegué a mi casa sólo quería dormir, dormir, dormir.
Mi declaración, no la escribí yo, pero tiene cosas como:
“en el vehículo descrito se encontró a elementos de la policía preventiva quienes le hicieron de su conocimiento que habían detenido a tres sujetos al ser sorprendidos sustrayendo del interior del vehículo precitado el auto-estéreo de la marca kenwood. Por lo que al revisar el interior del vehículo se percató que efectivamente faltaba su auto-estéreo y pudo ver que en el interior de la patrulla ya se encontraban detenidos tres sujetos del sexo masculino…”
lunes, enero 12, 2009
martes, enero 06, 2009
lunes, enero 05, 2009
"¿Quién dijo que la palabra escritor olía a pipa apagada, dedos manchados de tinta y pantuflas rancias? No, señor. Casi todas las escritoras y escritores de la sección con ángel son adorables seres que fuman y piensan frente a Olympias portátiles muy antiguas, seres atormentados que parecen estar viviendo en un lugar aparte. Suelen estar angustiados y muy inteligentes, y de no estarlo o no serlo, se las apañan para parecerlo".Vila-Matas
jueves, enero 01, 2009
ternura sin decimales
cuando subrayas sólo con un dedo
creo que necesito un libreto
de besos
no tiene tiempo)
sigo sin entender.
- La presentación de mi libro en el Atrio.
- Heredar la patria potestad de Anubis.
- Cambiarme de casa: Hacer My Own Private Home.
- Conocer a personas como Grace, encantadora.
- Trabajar en Pola Paris.
- Ir a la cantina con Alberto. Darme cuenta que cada día me enamoro más y más.
- Comer con mi abuela en parque Tezontle.
- Reconciliarme mentalmente con mi hermana.
- Platicar con Ana y ser la guardiana de los nombres.
- Quiero escribir otro libro para niños, tengo varias ideas por ahí.
- Ir a Buenos Aires. Ya, próximo viaje, Argentina.
- Ganarme un premio literario, aunque sea el de la revista Algarabía.
- Dejarme crecer el cabello y pintarme un mechón de blanco hacia la izquierda por la oreja.
- Terminar los 14 niveles del francés (voy en séptimo).
- Nadie nos dijo que el gorro de baño emigró ya por siempre al país de los objetos perdidos. Lo mismo la cobija negra con todo y sus manchas.
- Cuando me observo muy detenidamente el rostro puedo notar que mi ojo derecho es más chico que mi ojo izquierdo y que mis cejas caen hacia abajo.
- Con estas botitas siento que si taconeo dos veces puedo salir volando.
- ¿Tenedor o cuchara?
- ¿Puerta o pared?
- ¿Poema o cuento?
- Te quiero porque me dices que invente peinados para mi cabello.
- Te quiero porque estás conmigo.