miércoles, diciembre 07, 2011
Estoy sentada en el comedor de la cocina de Gaby. Está guardando los trastes, calienta café y se sienta en su computadora. Se queja y se queja. Yo le digo, Gaby ya no te quejes. Y me tomo mi café y me doy cuenta que todo es perfecto en la tarde: No tengo sueño, la luz que entra a la cocina es muy blanca pero no me molesta, el café que tomo está justo en la temperatura que puedo tomar sin quemarme la boca y aunque Gaby se está quejando de unos apuntes que escribió Sandra que están en el sótano... todo contribuye a sentirme bien. Pienso, esta es la medida de mi felicidad. Tengo dos trabajos finales por entregar, pero todo me parece perfecto. Esta es la mejor forma de escribir sobre un libro que tiene escritura pero no sentido.
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