“En
su origen las montañas tenían grandes alas. Volaban por el cielo y se posaban
en la tierra, a su capricho. Entonces la tierra temblaba y vacilaba. Indra cortó
las alas a las montañas. Fijó las montañas a la tierra para estabilizarla. Las
alas se convirtieron en nubes. A partir de entonces las nubes se recogen en torno
a las cimas”.
Epígrafe
con el que comienza La ruina de Kasch de Roberto Calasso.
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