Alguna vez existió una revista que se llamaba Lugares comunes. La editaban dos historiadores, uno de ellos murió cuando recién nacía el proyecto. Era una revista digital que prometía bastante, que se preocupó por su diseño y por los colaboradores. Ahí publiqué por primera vez un artículo sobre William Gibson. Si existiera Lugares comunes escribiría algo así:
Lugares comunes nos invaden sin darnos cuenta.
No te vayas al centro es inseguro.
No te vayas al centro está lleno de comercios, ruido, cucarachas, gente mala.
No te vayas al centro... ni siquiera Slim lo ha podido limpiar de todas esas personas de clase baja que lo hacen inhóspito.
No te vayas al centro ¿qué vas a hacer si hay un terremoto?
No te vayas al centro ¿qué piensas que estás en Suiza?
Me voy al centro.
Eso no es el centro. Estás casi en tepito.
No es tepito, estoy a una cuadra del MUNAL.
Eso está pegado a la lagunilla, de ahí bajan todos los tipos que asaltan con puñal en mano, por ahí, por la calle del teatro Blanquita.
En el sur, cerquita de Ciudad Universitaria, de Coyoacán, vivir en el centro es igual a vivir en el peor de los mundos posibles.
No es así. Es justo un lugar común.
Otros códigos se viven en el centro. Una dinámica que es diferente a la que se vive en el sur.
Sobre República de Cuba a las 9 de la noche hay una pandilla de niños que salen a jugar football.
Se escuchan los gritos hasta el cuarto piso. Están jugando como si fuera la ciudad de México de la década del setenta.
No pasa nada. No me han asaltado, no me han robado, no me han hecho daño las personas que viven por aquí.
El bolero de mis botas y zapatos se sienta en la esquina de Isabel la Católica y 5 de mayo. Mientras me arreglaba mis botas, llegaron al menos 20 personas a preguntarle cosas:
¿dónde hay una papelería?
¿en dónde queda la calle de las invitaciones?
¿en dónde está el zócalo?
¿dónde queda Isabel la Católica?
¿dónde está la lagunilla?
¿dónde hay un HSBC?
¿dónde queda la torre Latino?
¿¡Dónde queda la torre Latino?!
Es una pregunta súper estúpida.
El centro es eso: ¿dónde queda la torre Latino?
El centro está habitado por personas flotantes que no viven en él, que temen del centro, que apenas y vislumbran un perfil de ese centro que no les pertenece un lunes a las 10 de la noche, no les pertenece a las siete de la mañana, no les pertenece en lo cotidiano, no les pertenece en:
Una pregunta indiscreta, ¿calza del número dos?
Sí.
Los zapatos pequeños siempre son los más bonitos...
¿Usted es de aquí?
Sí, vivo en República de Cuba.
Pues cuando quiera me deja sus botitas...y yo paso a dejárselas cuando ya me vaya, como a eso de las seis.
Ok.
Quizá lo más fácil es vivir en el lugar común. El centro huele feo y tiene indigentes.
Sí, hay algunas partes que huelen a coladera, pero también el centro de Coyoacán huele a cloaca. Tiene indigentes, sí, muchos, hartos indigentes que nos están viendo desde esa mirada que nos cuestiona nuestra vida, muy bien, hay que cuestionarnos todo el tiempo qué estamos haciendo y si eso vale la pena.
Para mí vale la pena vivir aquí. Vivir y confrontarme diariamente a esa realidad.
Sigue valiendo la pena ver a los chicos en patines en la Alameda, esquivando conitos de plástico, yendo y viniendo, dándole sentido a sus vidas y a la plaza por estar en patines.
Ver a la gente besándose. Las personas se besan durante horas en un espacio público como el parque.
¿En dónde termina ese beso que dura minutos enteros? Besos de al menos 6 minutos que es el tiempo que tardo en dar una vuelta.
La Alameda en lunes. 9 de la noche.
Aire fresco, poca gente, luz por todas partes.
Bellas Artes iluminado como tugurio de Beetlejuice.
Chicharrones, papas fritas en el lugar de tamales y atoles.
Chicos bailando frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Esto es La ciudad de México.
Vivir en el centro es eso, la ilusión de que estamos en el "centro", de lo que se nos ha dicho que es el centro, ese lugar común lleno de mafias, tepitos, lagunillas, gente que no se baña, prostitución, periódico de nota roja... Estamos en el centro, eso quiere decir que simplemente estamos en el momento en el que todos se han ido y las plazas y las calles son sólo para unos cuantos que caminamos por aquí, patinamos, corremos, nos besamos, nos encerramos con tres cerrojos, compramos queso oaxaca, escuchamos música a todo volumen... y pretendemos, como si la vida fuera literatura, somos el centro. El centro de esta calle. República de Cuba. Palma norte. Ecobici. Jugo de toronja en la mañana. Quesadilla de nopal por la noche. El centro. Ese gato atropellado. El centro. Ese señor que saca toda la basura a las 9 de la noche y la desperdiga por encima de las bicis y de la banqueta y selecciona objetos y se los guarda. El centro. Dominicos a sólo 10 pesos.
"Pretender que uno es el centro", pensó Oliveira, apoyándose más cómodamente en el tablón. "Pero es incalculablemente idiota. Un centro tan ilusorio como lo sería pretender la ubicuidad. No hay centro, hay una especie de confluencia continua, de ondulación de la materia."
4 comentarios:
Está super padre.... Pero si es peligroso..... Dejaron de asaltarme cuando deje de ir con frecuencia.... Así de fácil
https://mx.noticias.yahoo.com/matan-a-tubazos-a-un-hombre-en-la-alameda-central-155104401.html
Me encanta leerte.
toda mi vida viviendo en el centro, amo vivir aquí :) te leo. me encanta hacerlo :) saludos vecina :)
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