Hay una frase célebre que divide a los artistas en dos categorías: los revolucionarios y los decoradores. Digamos que yo he elegido el lado de los decoradores.Michel Houellebecq
domingo, marzo 29, 2009
sábado, marzo 21, 2009
Fake plastic trees, in fake plastic earth
El domingo que tocaron “Fake plastic trees” se me agolparon muchísimas emociones, no había en concreto pensamientos, sólo una nostalgia enorme por todo lo que fui cuando esa canción estaba al aire. Fue muy fuerte. Podría decir que en ningún otro momento del concierto me sentí tan remitida a mis propias entrañas. Era como sentir de manera muy nítida y sentirlo en serio en todo el cuerpo esos sentimientos que hicieron la Idalia de ahora, quiero decir que cuando escuché “Fake plastic trees” por varios segundos me sentí como de quince años: sentí que no era bonita, sentí la incertidumbre, esa incertidumbre ojete que no tiene nombre, sentí todo ese pequeño infierno que me invadía por completo cuando vivía en Cascada, buscando ser yo misma sin saber cómo era ser yo misma. Toda esa canción fue como un flash back que me hizo revisar de manera muy sensorial esas cosas que hicieron a la Idalia de ahora y en donde Radiohead fue el soundtrack de mi vida, ligado a que dos canciones antes: Zaida, a quien hace tiempo que no veo, me habló por teléfono y resultó que estaba en el concierto y que estaba acordándose de mí. Pensé en Zaida, pensé en todas las cosas que pasamos juntas: viví con ella momentos de mi vida en donde lloré mucho, puedo decir con seguridad que nunca lloré tanto como cuando tenia 15 años y Radiohead estaba sonando, yo era una auténtica fake plastic girl in a fake plastic earth, y no creía en nada, de hecho casi nada sostenía mi vida entonces: la literatura no tenía el valor que ahora tiene para mí, sí escribía (le escribía cartas a Zaida) pero no sabía que me dedicaría a eso, leía muy poco, sólo me alentaba escuchar música y la verdad es que nunca me había sentido tan sola: lo único que entendía era la música y ahí estaba Radiohead.
En serio, estar el domingo ahí, parada, escuchando “Fake plastic trees” con los ojos llenos de lágrimas, con las luces verdes, con un golpe de emociones en el pecho que sólo hasta ahora puedo narrar en palabras, fue sin lugar a dudas lo mejor que me podía pasar. Porque ahora, “a la distancia, así como lo señala la imperturbable tradición positivista, pareciera que los recuerdos se aprecian con mayor precisión” (eso me lo dijo Frederik en una carta y lo recordé ahora que escribía esto, él ya no fue a este concierto y sé que lo hubiera disfrutado tanto como yo). Y sí, es así, lo primero que viene a mi mente es un dibujito que hizo Zaida de Thom Yorke en el carrito de súper. Y claro que también recuerdo una frase de Mariano cuando me dijo que “escuchar a Radiohead era demasiado adolescente”. Creo que escuchar a Radiohead tiene muchos matices. Hoy sólo hablo de esta canción en particular. Pero el disco de OK. Computer llega en otra tesitura, no tan quinceañera, aquí tengo un post al respecto. Y el disco In Rainbows llega a mi vida en enero del 2007, en un mail de Elsa en donde me pone la dirección para ver el video de “videotape”. Pero en diciembre de 2007 fue cuando más veces escuché “videotape” y en este escenario está Alberto junto con el recuerdo de Santiago. Pasamos juntos ese diciembre en donde nada parecía tener el menor sentido, sólo estar el uno con el otro, jugando ajedrez. Cuántas veces escuchamos el pianito de videotape y la voz de Thom Yorke volvió a marcar recuerdos tristes.
lunes, marzo 16, 2009
domingo, marzo 08, 2009
Ayer fui a ver la película “El Luchador” con Mickey Rourke, gran película. Más allá de todo lo patético que le pasa a este hombre, lo que más me conmovió fue la historia entre él y su hija (que me habla mucho a mí porque es como de mi edad). La hija lo odia porque él nunca se hizo cargo de ella y la ha ignorado durante muchos años, pero las cosas cambian cuando a él le da un paro cardiaco y se da cuenta de que no todo en la vida son las luchas, la realidad es que está viejo y miserable, así que decide buscar a su hija y hacer las paces.
Creo que toda hija, y en eso me parece muy coherente todo lo que sucede, tiene necesidad de que su papá responda como papá, pero bueno, eso no pasa siempre como en mi caso, lo más terrible de esta comparación es que mi papá ni siquiera es luchador, o sea que su vida no es tan patética como para que se comporte así, bueno no lo sé a lo mejor lo es y no lo sé, no importa. La hija al principio lo manda al diablo y le dice de cosas hasta que supongo siente que se ha desahogado. Después Rourke vuelve a buscarla y ella, un poco distante al principio, lo admite y hasta siente simpatía por él. Él le pregunta si tiene cosas que hacer y ella como que no sabe si en verdad quiere abrir un espacio para él pero, como toda hija que desea que papá le preste atención, acepta a salir con él. Pasan un día juntos y él le habla de cuando ella era niña y después se disculpa y le dice que es un tonto y un estúpido viejo venido a menos: lloran juntos, y al final entran a un bodegón abandonado y comienzan a bailar y con todo eso me acordé del único baile importante que tuve con mi papá, que fue cuando salí de la secundaria y asistí al baile de graduación en donde todos bailaron con sus papás o mamás, y recuerdo que esa vez mi papá lo tomó todo muy en serio y yo me sentía muy guapa y alguna foto hay por ahí de ese baile. Entonces se me salieron mis lágrimas de cocodrilo y como finalmente ese no es el tema central de la película ni les interesa que haya niñas como yo llorando por sus papás, pues en menos de dos segundos cortaron la escena del bailecito y yo como que no quiere la cosa me limpié mis ojitos, porque no me gusta llorar y menos en el cine, ay, bueno, he cambiado mucho, hasta en eso. La verdad es que me hubiera gustado que esa escena fuera más larga porque me hubiera dado tiempo de acordarme de cosas bonitas. Pero no. La película es mala onda hasta en eso justamente porque es coherente hasta el último momento, quiero decir no es mala onda, muestra la realidad y eso siempre es tremendo. Así que después de tener un día mágico los dos, papá e hija por fin reconciliados, él le dice que la invita a cenar un día, ella le dice que vayan el siguiente sábado, él le dice que claro que sí y se va muy contento.
Pero como es un luchador y no sabe hacer otra cosa, si no pelea no sabe estar en su casa, no tiene amigos, no tiene pareja, así que se va a las luchas el fin de semana, de ahí lo invitan a una fiesta y hasta mucho después se acuerda de que había hecho las paces con su hija y de que había quedado de ir a cenar con ella. Desesperado va a buscarla y ella le dice que es un idiota y que no lo quiere volver a ver, que lo estuvo esperando más de dos horas, en fin, que no lo quiere volver a ver en su vida, y se pone muy mal, ella se pone muy mal. Y pues sí, no se podía esperar más de esta situación. En ese momento ya no me acordé de mi bailecito, me acordé de que mi papá haga lo que haga su propia condición lo hace incapaz de llevar una relación conmigo, quiero decir que en algún momento de apertura, de reencuentro, de hablar las cosas, llorar juntos, etc, ahí, cuando yo deje hundir la esperanza en ese papá, ese papá automáticamente pasará por encima de mí aunque él no lo quiera, porque hay ciertas cosas que se han hecho mal tantas veces que aún con el deseo de cambiar, aún queriendo revertir los daños ya no es posible y eso me hizo sentir infinitamente triste.
domingo, marzo 01, 2009
Tengo una especie de gripa y el aire de la ciudad me reseca mucho la cara y los labios, es un horror, pero aún así con mucho ánimo de hacer cosas.