Pensamientos de Domingo II
1. Canas
He perdido la guerra contra las canas. Lo
he decidido y lo he aceptado.
A
los quince años descubrí por primera vez que tenía unas cuantas canas. Pero
ahora me salen canas en el nacimiento de la sien y de la frente. Pintarme el pelo me ha resecado
el cuero cabelludo. He decidido dejarlas. No quiero parecer casposa por aferrarme a tener el pelo castaño oscuro.
Quizá compre ese champú que las pinta un
poquito de morado y que dota de cierto glamour las cabecitas de muchas
ancianas. Ese champú tiene un efecto de algodón de azúcar.
Mientras corría pensaba en mis canas. Un
poco en el dolor de mis rodillas. En la sed. En el hambre. En tener como premio
el desayuno y después en dormir toda la tarde.
Quiero eso.
Y eso hice.
Llegué a mi casa y me dormí.
Al principio estaba tan cansada y entraba
tanta luz a mi cuarto que no podía dormir pero tampoco me podía levantar. Me
quedé ahí hasta que sin darme cuenta caí profundamente dormida.
Y soñé.
Soñé que estaba en mi cocina y cambiaba
el calendario de hoja.
Desperté.
El calendario está en la hoja correcta. Me asomé a mi estudio y la luz dejaba ver las ventanas sucias por fuera. Intenté lavarlas. Pero sólo quedaron más sucias. Me empeñé y lavé lo que pude. No alcanzaba todos los cristales. Necesito que alguien lave las ventanas. Tuve ese pensamiento como un cuarto de hora en la cabeza.
2. Promesas
Me prometí a mí misma escribir una
entrada de mi blog todos los domingos de febrero.
Me lo prometí porque sé que paso días
enteros elaborando reflexiones que luego se evaporan en la nada. Pensamientos que se pierden como se
pierden las conversaciones en un chat.
En general vivo rodeada de la palabra
escrita. Leo, escribo y muchas veces pienso como si escribiera. A veces repito
mis pensamientos con diferentes matices. Como si quisiera esconder las costuras
de mi propio pensamiento. Pero a veces el pensamiento fluye, y sin que me dé
cuenta ya estoy saltando de un lado a otro.
La vida cotidiana se está escapando poco
a poco y a nadie parece importarle.
Cuando tomo la bicicleta de regreso a mi
casa y voy conduciendo por la ciclopista. Los pensamientos van y vienen y dejo
que todo me impacte. Ahora este edificio del hotel Fiesta Americana se me revela
como de perfil y tengo que aceptar que me gusta, que disfruto verlo. Me gusta
porque está en forma de biombo. Un biombo gigante. Ese mural de Edgar Saner me gusta. Me gusta
pensar que Saner es contemporáneo mío y que su mural está ahí a la vista de
todos. Me gustan sus máscaras. Pienso en si dentro de ochenta años habrá
historiadores del arte haciendo sesudas investigaciones sobre Edgar Saner.
Doctorados que hablarán de sus murales, de sus primeros dibujos, de su vida. O
si un día borrarán su mural y entonces los investigadores irán a buscar al google
o a cualquier otro soporte alguna pista de ese mural que existió alguna vez. Pero
todo lo que pienso de Saner se concentra en un pensamiento que colapsa muchos
pensamientos. Todo se reduce a que esta colonia me gusta porque tiene
restaurantes. Porque tiene su festival de luces y todos están como palomillas
pegados a las pantallas. Esta ciudad me gusta porque no hace frío. Ese
sonsonete del camión que vende el plátano Tabasco me gusta. Me gusta el nuevo
Pizza Amor frente a la Alameda, en donde solicitan personal con experiencia. Me
gusta regresar a casa en bicicleta. Me gusta tanto.
Me prometí escribir todos los sábados en el blog que tengo con M.
Me lo prometí porque me gusta la
continuidad, el orden y la esperanza de escribir con fechas precisas. Escribir
al final es tener una decodificación de la vida, como si después, haciendo una
lectura de atrás hacia delante, se pudieran seguir las pistas de los deseos que
surgen en medio de la nada, simplemente cuando la vida ocurre, cuando al
parecer no pasa nada.
Esta vez decidimos exorcizar la buena
suerte, los augurios, el horóscopo y escribir nuestra versión de lo que dicen
los planetas. Son deseos que vienen de la imaginación y eso es lo único que
importó al escribirlos. Escribimos también porque nos divertimos, porque se
trata de pasarla bien.
Me prometí escribir cada quince días en
este lugar.
Me lo prometí porque es un lugar-otro. Porque
debo salir de mi zona de confort. Porque mis escritos se aferran a cierta
estructura que quisiera ir modificando poco a poco. Me gustaría poder ir un
poco más allá de la anécdota. Siempre que leo ficción quedo conmovida por la
posibilidad de crear una realidad que no se ajusta ni se aterriza a ninguna
anécdota previa.
3. Consejos
Let
go and let God.
Eso decía el mantra de este mes a través
del instagram.
Eso hice.
No te bañes ahora, primero descansa y
duerme un rato.
En esos términos se tradujo la expresión
corporal de Pavlova cuando me recibió hoy en casa.
Eso hice.
La vida es imprecisa. Déjate caer.
Canta Rubén en un cover de Los Tres.
Eso hice.
Eso hice.
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