Pensamientos de Domingo IV
1. WhatsApp
en donde yo soy la cursiva.
−Estoy en la esquina ¿en dónde estás tú?
−Estoy en el camellón
enfrente de educal.
−Ya te vi.
*
−Podemos vernos para ver la entrega de los Oscars.
−Rentar un cuarto en un hotel de paso que tenga cable.
−Verlos.
−Y pedir hamburguesas al cuarto.
−Es en serio.
−No puedo.
*
−Te vi en fotos de los
premios.
−Primera fila.
−Jajaja.
−Después de
correr 19 km.
*
−No me contestas.
−¿Qué pasó?
−Me equivoqué. Mil disculpas. Besos. ¿CU? ¿Date?
−No entendí
lo de CU y date. ¿Que nos veamos dices?
−No ha de pescar acentos tu aparato. Dice: Besos y cuídate. Con acento.
−No ha de pescar acentos tu aparato. Dice: Besos y cuídate. Con acento.
2. Dormir
Llegué a mi casa con prisa. Me metí a
bañar y me puse la camisa más delgada que tengo porque hace calor como si fuera
verano. Pero es febrero, casi marzo.
Ya estamos en las aguas de Piscis.
Mientras escribo esto llueve. Como si fuera verano.
Me pinté los párpados con sombras rosas y
delineador negro.
El pelo empapado. Envuelto en un chongo y
a salir.
Paso veloz.
Me encanta tener eventos en Bellas Artes
porque queda a tres cuadras de mi casa.
Porque todos los días paso por ahí.
Porque Bellas Artes tiene ese halo de grandeza del Porfiriato que aunque hoy
aparezca como un enorme pastel de quinceañera nadie puede negar su tradición.
La sala Manuel M. Ponce.
Sí, es una sala con historia.
De pronto
sentí que ahí uno podría hacer una escena como cuando Edward Norton en Birdman habla de las personalidades que
han pisado Brodway.
Salí de Bellas Artes directo al Sanborns
de los azulejos.
Menú completo. Consomé. Enchiladas
suizas. Agua de Jamaica. Helado de chocolate.
Esa barra. Ese Sanborns.
Me desbaraté el chongo antes de salir.
Y
el sol pegaba con toda su fuerza.
Tiene una delicia inexplicable que el sol
seque el pelo mojado.
Siqueiros hablaba de una escena cotidiana que le gustaba
de su mujer cuando le decía “voy a la azotea a que el sol seque mi cabello”. También
siento que soy como un animalito que necesita de esos rayos para que el sol le
dé otro tipo de proteínas a mi cabello que el shampoo Kérastase no le dará
nunca.
3. Soñar
Estoy en un estacionamiento.
Es el estacionamiento de Bellas Artes.
Deberías llevarte el suéter me dice A.
Y yo le digo que no es necesario.
Pero él dice que sí.
Y entonces le hago caso.
Debería contarle una historia de
fantasmas, pienso en mi sueño.
Y recuerdo una anécdota que me contaron
de una mecedora que no dejaba de moverse por la noche. Y pienso en alguna
escena que pueda ocurrir en mi casa. Sólo porque sé que A. creería mi historia
y porque sé que es miedoso ante ese tipo de cosas. Y quiero, inexplicablemente
porque es un sueño, quiero que sienta miedo, que no pueda dormir pensando en
que algo paranormal, fantasmal puede ocurrirle.
Y en mi sueño pienso: Quiero inventar una
historia de fantasmas.
4. Despertar
Despierto porque una canción de Björk que
canta con una orquesta está sonando en un departamento cercano al mío a todo
volumen y logra despertarme.
¿Por qué Björk y no algo ajeno que sea
extraño y molesto? Al final no me molesta despertar así, no me molesta y es
suficiente para pensar que estoy en el lugar indicado.
Me levanto y me doy cuenta que tengo
completamente seco el cabello. Ondulado, casi perfecto.
Han pasado tres horas desde que me dormí
y todavía tengo la sombra rosa.
He tenido la mejor siesta reparadora de
un domingo soleado.
No desperté por frío. Desperté porque
Björk está sonando en el edificio.
Lo primero que hago es restablecer el
mundo.
¿Qué ha ocurrido en mi celular?
¿En dónde está Pavlova?
Pavlova no ha dormido conmigo.
Me gusta
su independencia. El ninguneo ante la autoridad.
Primer pensamiento real: ¡Quiero ver la entrega
de los Oscars!
Quiero escribir.
Porque me he prometido
escribir todos los domingos de febrero aunque no sepa qué escribiré. Hoy es el último domingo de febrero. Sé que debo
cumplir mi palabra. ¿Si yo no cumplo con mi palabra qué puedo esperar de mí
misma?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario