domingo, noviembre 25, 2012

Nunca sabemos lo cerca que estamos de nuestro pasado.
Cientos de veces cruzo Río Churubusco de General Anaya a Av. Morelos o eje 3...  Sobre todo porque mi abuela vive en la Jardín Balbuena y la visito muy seguido.
Hoy regresé de Puebla y nunca había vuelto a experimentar la profunda tristeza de un domingo.
Churubusco estaba tomado por bicicletas, así que la lateral venía a vuelta de rueda, sobre esa lateral volví a estar frente a una esquina que siempre me produjo tristeza. No sé qué avenida es, pero es una antes de llegar a Municipio Libre. Muchas veces siendo niña el carro de mis padres frenaba en ese mismo alto. Una tienda de albercas y casas para perros. Recuerdo que íbamos a casa de mis abuelos y de regreso cuando veía que el día se había terminado me sobrevenía la angustia de lo cotidiano, de saber que al día siguiente estaría formada haciendo honores a la bandera a las ocho en punto de la mañana. Lo peor de esa época era la imposibilidad de verbalizar lo cotidiano, de tener al menos la herramienta de escribirlo en alguna esquina del cuaderno profesional de cuadro grande con márgenes rojos. Lo único que sabía era la certeza de lo real: lunes, uniforme y gel en el pelo. Saber eso me entristecía, pero al mismo tiempo, no había nada qué hacer. Soportar el ritmo cotidiano era tan triste como esa tienda de albercas vacías y casas para perros. Cuando estaba en la secundaria llegué a pensar que eso nunca terminaría nunca. Y todavía hoy cuando a las once de la mañana paso por enfrente de una escuela pienso "por fin estoy fuera, pensé que nunca llegaría un lunes que a las once de la mañana estaría haciendo cualquier cosa menos estar en una escuela". De hecho al terminar la preparatoria decidí no volver a tomar clases en la mañana.
Pero hoy, otra vez: domingo, esquina de Churubusco, albercas vacías y casas de perros. ¿Por qué ese negocio no ha cerrado? No lo sé. Pero está intacto al tiempo. Asqueroso.
Le dije a Alberto que fuéramos a un restaurante que estaba cerca de mi antigua casa, en donde mi mamá iba con una olla y compraba pozole para llevar. Fuimos y el lugar seguía ahí, sólo que ahora además de comida para llevar es un restaurante. Comimos pozole y después fuimos al parque al que solía ir de niña. Muy cerca del restaurante sobre la 71 sur.
Un pequeño parque con árboles y columpios y resbaladilla.
El espacio era el mismo, con juegos nuevos, pero con los antiguos animales de piedra que trataba de montar cuando era niña. Esos animales son medio inútiles y en realidad los han ido quitando de los parques, pero éste, el parque de mi infancia, los sigue conservando.
Me emocionó estar ahí de nuevo. No recordé nada en especial, pero saber que eso existe aún en el tiempo me hizo sentir bien, supongo que me hubiera roto el corazón regresar y no ver a esos animales de piedra. Mis padres ya no están casados, mi hermana y yo ya no somos niñas, nada de mi vida que pobló ese parque existe.
Pero los animales de piedra están ahí, y de algún modo, me recuerdan que esa infancia existió, que fui feliz, que mi papá llevaba a mi hermana en la carreola y mientras yo jugaba en el pasamanos, él la mecía en el columpio. En ese tiempo las albercas vacías no me angustiaban. En ese parque hay una parte de mí, cuando sólo tenía que jugar y bañarme a las ocho para dormir a las nueve. Cuando existía Corazón de Melón y Oscar Lima era el niño que me gustaba.





Tomé esta foto porque en el fondo sé que algún día dejarán de existir.

jueves, noviembre 15, 2012

Yuyes, Yuyis, Lulú, Lourdes. La mujer que hizo de mi abuela, que me daba consejos sin que se los pidiera y que siempre le atinaba a las cosas que me decía.
Anubis fue la gata sobreviviente de su muerte. En Acapulco, en aquel Agosto de 2008, ya muy enferma, decidió llamar al veterinario y pedirle que se llevara a todos sus gatos y perros a "dormir". Anubis se quedó a su lado, todo el tiempo. Y cuando la trajimos a la ciudad de México, Anubis venía en su transportadora y mi mamá Yuyis vino hablando con ella, recordando que como Rosa Luxemburgo con su gato, ella igual nunca se separaría de ella. En ese viaje final de vuelta a la ciudad de México, Anubis no emitió ninguna palabra, sólo la escuchaba hablar. Yo manejaba por primera vez en mi vida la carretera del Sol, Acapulco-México. Me dolía el corazón escuchar a mi mamá Yuyis despedirse de Anubis, decirle cosas como ellas te cuidarán muy bien, refiriéndose a mi mamá, a mi hermana y a mí.
Siempre me acuerdo de mi mamá Yuyis, es imposible no recordarla, muchos de sus cuadros están hoy en mi sala y una cajita con olor a naftalina todavía conserva ese olor que rodeaban sus muebles en Acapulco. Recuerdo frases muy hechas que tenía y que me repetía para que no las olvidara, como cuando un hombre te pregunte con cuántos te has acostado tú debes responderle: "con un más que Safo y con uno menos que Santa Teresa". Recuerdo que a los quince años me dijo que no me fuera a volver ninguna puritana que tuviera muy presente que la virginidad sólo era un estorbo que había que quitar. Su amor por la vida la hacía una persona que siempre estaba rodeada de personas, algunos amigos, otros admiradores y alumnos.
No toleraba que dijera ninguna grosería, un día me dijo, Idalita si vas a dedicarte a escribir no puedes decir tantas groserías, no me asustan, pero no debes hablar de ese modo siendo escritora. De hecho ella fue la primera en comenzar a decirme "escritora" cuando nunca había publicado nada y sólo era estudiante de la Sogem.
El día que le conté en secreto y con voz quedita que andaba saliendo con Alberto, recuerdo que sus ojos se llenaron de luz y me dijo casi riendo ¡ay Idalita, eres obscena!
Extraño a mi mamá Yuyis.
Anubis sigue siendo la sobreviviente, la gata siamesa que pide salir al balcón a tomar el sol y el aire todos los días.
Alberto encontró en Google este texto que habla sobre ella.
No sé quién fue Aurelio, pero por el escrito sé que la conoció y la amó tanto como muchas personas que estuvimos cerca de ella. Me emocionó leerlo, creo que lo único que podemos hacer es recordar a esta gran mujer escribiendo sobre ella.


Este viernes me levanté pensando en el cumpleaños de mi papá, Don Genaro. Es el número 14 que ya no está conmigo, con nosotros. Lo que duele es la ausencia, leí por ahí, y salí a la calle en busca del bar más cercano para tomarme unas cervezas con su fantasma, y pagué doble cuenta y también brindé con mi ausente madre y abrí el periódico y en un recuadro encontré una esquela: Lourdes Huerta Garay, falleció este 18 de septiembre.
Lulú, maestra, amiga, tu no cabes en una pinche esquela. Lulú, grandísima maestra, cómo me duele haberte dejado esperando nuestro siguiente encuentro, ese donde me ibas a mostrar los poemas que le escribí a tus gatos hace algunos años, que yo no recordaba haber escrito y menos aspirado a ser poeta. Cosa de tener 18 años.
Entre las miradas de tus gatos, Lulú, en veladas con vino tinto nos hiciste leer a Carlos Pellicer, a Salvador Novo, a Cuesta, esos poetas para los que fuiste su princesita. Nos hablaste del 68, de Eli de Gortari y José Revueltas, tus maestros; de tu amigo, el escritor Sergio Fernández, de Jodorowsky, el maestro de teatro. De tu marido, el filósofo Miguel Bueno, de tus andanzas en Turquía, África, y leímos entre copa y copa los rubayats de Omar Khayyam.
Lulú, la lúdica maestra emérita de la universidad. Para quien la izquierda no era un partido, sino una actitud y una cultura de vida (tu no cabías en esa pendejada llamada PRD). Lulú la mujer libre, la señora librepensadora, la anfitriona que atesoraba libros con olor a naftalina y discos con el crash que antecedía a Charly Parker o al grandísimo cronopio Louis Armsntrong.
Escogiste a Guerrero y a la UAG para vivir, finalmente. Por casi tres décadas fuiste la maestra de generaciones en Economía, Sociología y Derecho, pero tu cátedra se extendía a tu amistad, a tu casa, a tu patio con gatos deambulando y mirando desde su curiosidad el infinito mar.
Tus amigos, tus alumnos –Melo, Iracheta, Rodolfo, Ricardo, Iracheta, Max– acá de repente creo que nos quedamos huérfanos como tus gatos. Querida Lulú, me duele haber faltado a la cita, pero como diría Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.




miércoles, noviembre 14, 2012

Hoy me tomé unos mezcales con mi amigo Ismael y le conté detalle a detalle mi encuentro con el fantasma de mi más profundo pasado del 2005. Y el corazón. Y los ojos. Y la revista de 1940. Y de nuevo Clarice Lispector.
Entonces pensé: este es mi futuro. Mis zapatos de lunares azules, mi chamarra rosa, mi iPad y mi amiga Grace cantando Black Lament en mis audífonos. No me di cuenta que 2005 dejó de existir, así, un día ya no existió Diana Krall, ya no existió el barroco del XVIII y ya no existió mi chamarra de borreguita y mis pantalones acampanados de mezclilla. Ya no soy pero soy. Pero me gusta esta que soy, esa fue la conclusión.
Esto es noviembre. Esa es Misstutsi y su calendario llegando al fin. Y esos son dos pájaros enviados desde Madrid por Moramay. Eso es un pase del metro de NY. Esa soy yo y Grace en una máquina de fotos en Berlín. Esa es una postal de Málaga que me envió Georgina. Esto es el 2012.
Esto es el presente.

martes, noviembre 13, 2012

"La tecla de espacio es muy corta para mi pulgar"
@ishcorp
Laurent Grasso es el artista que hizo un video sobre las parvadas que instaló en el Jeu de Paume. Esta exposición la vi junto con mi amiga Grace. Ella buscó el video en youtube y lo encontró. Así que hoy puedo ponerlo en este blog y de paso revivo este espacio en el mes de Noviembre.

Me molestan los lugares comunes tan usados por todos como "qué rápido se nos fue el año". Pero siento que en la medida en la que me muevo de lugar, escribo y hago cosas nuevas, el tiempo se va rapidísimo. Y me queda en la mente esa frase estúpida de ya se nos fue el año.

Varias cosas que se han quedado pendientes de decir en este blog.

El mes pasado estuve en Puebla y fue muy grato encontrarme con murales de Edgar Saner en Santa María Tonantzintla. Creo que este artista está creando un movimiento muralista muy interesante y me encantaría seguirlo más de cerca. Por lo pronto ya lo sigo en el Instagram. Les dejo un artículo que escribió mi amiga Paola sobre él: Saner en Reflexiones Marginales.

Este mes me informaron que el relato ilustrado que metí con Ismael Angeles al concurso de Opticks Magazine quedó seleccionado como finalista y se publicará en el próximo número. Así que cuando esté en la página digital lo pondré por aquí. ¡¡Felicidades a nosotros Isma!! Me encanta el equipo que hacemos entre escritura e ilustración.

Este mes también me invitó mi cofrade María Holley a participar en Domus, así que también estuve escribiendo una reseña para esta revista, la cual disfrute muchísimo sobre Yoshua Okón que saldrá en el número de Enero, me parece. El tema es historia, archivo y memoria.

Y bueno fui a la Filij a firmar libros de "Checo" y conocí a mis verdaderos lectores. Me enamoré de aquellos niños que llegaron a hojear el libro y por leer unas cuantas líneas pidieron a sus papás que se lo compraran. En especial el niño Emilio que ese día cumplió 7 años y que además es escritor de cuentos. Fue una experiencia muy grata y gracias también a los que me siguen en Instagram por darse una vuelta a la feria. Pueden ver las fotos en el Facebook de Nostra Ediciones.

¡¡Corran a la Cineteca ya estrenaron Moonrise Kingdom!!!
Mi querida Elsa López hizo una reseña muy linda sobre la película en su blog Esmeriladora.



Laurent Grasso : "Uraniborg"