sábado, marzo 22, 2014

¿Señora o señorita?

Lo que se dice recibir la primavera en el centro histórico de color azul, rojo y después azul violeta como el grupo del noventa.
Estatus:
Cajas de cartón, cada vez menos.
Cuadros por desempacar: todos.
Hay una hora en la que la luz hace el silencio en la calle. A través del pellón blanco y sus imanes al principio es como si fuera nublado, luego comienza a aparecer el cielo.  Enfrente de mí hay una enorme ventana que me niego a tapar por completo porque hay algo allá afuera que me llama a mirar.
¿Qué estás mirando?
Los edificios y la frase:
Hotel
Congreso
Garage.

Las personas en el centro cargan cosas. Si paso un rato viendo por la ventana todos están cargando alguna bolsa, llevan cosas pesadas o de plano pasan con diablitos repletos de cajas.

El centro tiene muchos vagabundos.
Vagos dormidos, vagos ahogados de borrachos, vagos lectores, vagos que también cargan cosas, como cajas de cartón. Vagos que son vieneviene. Vagos que te dicen que las fotos a los balcones cuestan 5 pesos y te siguen toda una cuadra para cobrarte.

También tiene sus loquitos, sus personas extrañas como un señor en patines jalado por dos perros dobermans, sus neuróticos, sus viejitos que piden dinero.

Tiene muchos policías.
Policías que pasean, policías que comen tacos, policías preparados para recibir manifestaciones que se esconden detrás de sus enormes escudos de granadero.
Y algunos otros que no hacen nada en particular.

Tiene mercado ambulante con todo tipo de productos.
Pasan camionetas con altavoces que venden plátanos a 10 pesos.
Piñas a 10 pesos.
Bolsa de guayabas, 10 pesos.
Bolsa de tres alcachofas, 10 pesos.
Papel higiénico de cuatro rollos, también a 10 pesos.


Estoy descubriendo esta vida cotidiana que parece salida de una novela de Bolaño.
La Alameda sin librería de Cristal, 5 de mayo, librerías de viejo y fotografía infantil Ariel (no tiene sucursales). República de Cuba, Allende, el otro lado del río, Where the Wilde Things Are…  sus bares y tiendas de cajas fuertes que pesan 10 toneladas en donde el tiempo se colapsó y el mundo aún parece escribirse en máquinas de escribir Olivetti de color azul celeste.


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