domingo, junio 29, 2014

Hoy comencé una libreta nueva.
Me la regaló M.F.
Tiene la gama del Pantone 565 C.
Me emociona comenzar libretas porque quiere decir que una nueva Idalia se comienza a escribir ahí. Con todo lo que soy… pensamientos, recordatorios, pendientes, dibujos, mensajes de trabajo, cuentas, contraseñas en donde te piden que no sea una que ya hayas ocupado, impuestos por pagar, ideas para escribir después.

No es el mejor día para comenzar una libreta, pero precisamente porque es un black day decidí hacerlo hoy.
Hay días que son tan tristes que tienen que quedar registrados aunque sólo sea escribir la fecha en una hoja en blanco.




Pasar la madrugada en un hospital:

En los hospitales siempre se está esperando algo. Se espera el diagnóstico, se espera al médico, se espera una noticia, se espera a la aseguradora, se espera a la nutrióloga, se espera la habitación, se espera a la enfermera, se espera a que pase el suero, se espera a que el médico diga algo. Se espera. Es un no-lugar como los aeropuertos. Aterrizas o despegas, nunca hay un intermedio.

Ayer en urgencias mientras esperaba llegó un niño ardiendo en fiebre. Cuando lo escuché gritar pensé en lo quieta que estaba. Yo estaba en silencio, observando, esperando al médico, pero muy quieta.
Qué ganas de gritar, aullar y llorar así, sin pudor, desmedidamente, sin ningún tapujo.
Ese niño gritaba con todo su ser: por favor no me inyecten, por favor no, por favor, por favor.
Por favor.
¿Cuántos por favores se pueden soportar en ese grito desmedido?
¿A dónde iré cuando quiera llorar?
¿A dónde van los pájaros cuando llueve?
Lo pensé cuando comenzó a llover y una parvada de pájaros grises de ciudad de México volaron hacia alguna parte a refugiarse.

¿En dónde está ese refugio?

Un ovillo de lana natural, decía el verso de Casariego.

Hacer las palabras un ovillo de tristeza y guardarlo en un lugar en donde no duela, aunque pique como los suéteres de lana.

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