domingo, febrero 15, 2015

Pensamientos de Domingo III


1. Antes
Cuando era niña y mis papás me llevaban a dar la vuelta a Coyoacán, se encontraban en el Parnaso a un amigo suyo que le decían Pepe Toño. Era un tipo alto, delgado, rubio, bigotón y un poco calvo. 
Pepe Toño tenía una hija más chica que yo, Beatriz; la niña era actriz y salía en las obras de teatro con su papá. Yo no era actriz. Y mi papá no actuaba. Pero cuando se lo encontraba de sorpresa, a mi papá se le iluminaba una sonrisa muy genuina, de enorme cariño.
¡Pepe Toño!
Se saludaban con un abrazo y a veces Pepe Toño me alzaba del suelo para saludarme y tenerme en brazos. A mí nunca me tenían en brazos porque ya tenía siete años.
Recuerdo que cuando mi papá sonreía se le alcanzaba a ver el puente de las muelas, era un puente que tenía un ganchito de color plateado.


2. Ayer
Hacía un frío helado pero soportable.
A las nueve en punto de la mañana ya hay lista de espera en el Cardenal.
Es increíble, pero cierto.
En el Cardenal de Tacuba se encuentra un mural. Se trata de una panorámica a una plaza en donde se reúnen intelectuales, presidentes y demás personalidades  junto a una pintura que revela el caballito de la plaza Tolsá.
Es un mural firmado por Z. en 2014.
Ayer desayunamos Isolda, mi papá y yo.
El mural nos quedaba a la vista.
Y decíamos ahí está José Emilio Pacheco, ahí está Revueltas, ahí está Porfirio Díaz.
Queríamos nombrar a todos los del mural como si con aquel juego pudiéramos evitar nombrarnos entre nosotros.
Isolda siempre tiene cosas que comentar porque su carrera es muy interesante y el rancho de Topilejo, y las chinchillas y los hurones y la caca de Mapache.
Mi papá está en otra parte. Quizá sólo él sepa describir ese mundo al que pertenece.
¿Se dice afuera o fuera?
Fuera del mundo.
Afuera de lo que somos Isolda y yo.
Con la mirada no en los objetos sino en la parte vacía de esos objetos.
Mi papá tiene un gesto permanente de cansancio y tristeza.
Y su mano amasaba una bolita de migajón, mientras su mirada trataba de reconocer el rostro de algún personaje vestido del siglo XVIII en el mural.
Sus ojos son verdes pero hay algo que ya no permite el paso. Es como si las cosas en general hubiera dejado de conmoverlo.
No hay nada que pueda prender un brillo en su mirada.
Isolda dice que así es siempre.
Que si no me parece no lo vuelva a ver nunca más y ya.
Pero a mi papá ¿nadie lo cuestiona? ¿Nadie puede decirle qué demonios te sucede y después lanzarle un par de uppercuts como para que regrese a la realidad?
¿ya viste tu mirada en esta foto?
¿por qué estás triste?

Es como Bartleby el escribiente.
- La última vez me dijiste lo mismo, ya lo habías comparado con ese personaje.
- ¿Y no te parece que sí, que es así?
- No sé, también te dije que no he leído ese cuento.

No pude comprobar si ese puente plateado de la muela aún está ahí sosteniendo sus sonrisas. Quizá no. Esos días de Coyoacán y de encuentros fortuitos no volverán. Pero no que vuelvan esos días, que él pueda recuperar una parte de su alma.
Tal vez  si Pepe Toño existiera… pero quién sabe qué habrá pasado con él.


3. Hoy
Quisiera no hacer nada. Quedarme frente a la ventana y ver pasar allá abajo los carros, el camión de la basura, el señor del estacionamiento barriendo una parte de la calle, recogiendo la basura de la noche anterior, las campanas de Catedral, los vidrios que chocan con la escoba.
El cielo blanco, con una luz que lastima los ojos.
Todo parece estar simplemente Ok.
Y de pronto lo más abstracto de la sala comienza a tomar la forma de un Quijote.
¿Por qué seguimos viviendo?



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