Y puesto que los cuerpos luminosos son entre tinieblas más potentes que ningún cuerpo, parece evidente que, siendo el orificio del ojo harto tenebroso, cual es la naturaleza de todos los agujeros, las imágenes de los cuerpos lejanos se confundirán en medio de esa tan grande luz celeste, y que si por un acaso se mostrasen resultarán oscuros y negros, tal como ocurre con todo pequeño cuerpo visto bajo la luz del aire.
Leonardo da Vinci, Tratado de pintura.