martes, noviembre 25, 2008

Hoy,
sorpresa agradable.
Mi hermana viene a visitarme, así que compré higos dulces en el mercado y verduras para cocinar.
Cuando pienso: "hoy vino Isolda", pegado a ese pensamiento surge: la quiero la quiero la quiero la quiero, así nomás. Porque en el fondo, a pesar de nuestras enormes diferencias, hay ese "no sé qué", esa parte de la historia que tenemos juntas que me hace quererla casi sin restricciones.
Además Anubis estuvo de lo más adorable, esa gatita uraña que se robó la cabeza de mi santa y la fue a dejar a la cocina, esa gatita estuvo de-un-amor con Isolda.
El i-pod no funcionó.
Pero comimos fusili con crema y queso de cabra y agua de limón y calabazas...
En el carro, cuando la fui a dejar a su casa, veníamos en silencio con el sol pegándonos en la cara, escuchando el radio y nada más por decir. Isolda no se siente nunca incómoda por este tipo de silencios, ni yo tampoco.
La quiero.








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