sábado, abril 23, 2016

cumpleaños 32



Los tulipanes los hay de dos colores: blancos o rojos.
Los platos los hay de dos tonos: azules o naranjas.
Las velas las hay pequeñas o medianas.
Sólo tenemos peltre para servir el vino.
Servilletas blancas y medianas.
El frío hace que los nudillos de mis manos se resequen.
Ikea no está muy lejos. Son cuatro estaciones y hay que tomar el Ring 41.
El Ring 41 es un tren que va por arriba de la ciudad y la rodea. Desde ahí puedo ver el antiguo aeropuerto al que voy a correr por las mañanas, Tempelhofer Feld. He ido a correr por la mañana y desde la primera vez que lo vi pasar pensé en tomarlo algún día.
Hoy es el día y estoy ahí descubriendo que es ese tren. Ahora yo veo a la gente correr en el parque.
Es mi cumpleaños y vengo en ese tren viendo un inmenso parque verde en donde aterrizaban los aviones gringos en la segunda guerra mundial. Hoy salió el sol y puedo ponerme mis lentes oscuros.
Estoy contenta.
Pienso inevitablemente en el año pasado. Las cosas cambian muy rápido. Nunca logro imaginar lo que el tiempo tiene preparado. México queda tan lejos. Me importa tan poco. La voz del tren anuncia la siguiente parada. Sé que lo anuncia pero no puedo descifrar el mensaje textual. Me gusta esta extranjería en donde las palabras son escuchadas pero no entendidas. El mundo es más afable cuando no se entiende. Es como si las esquinas estuvieran redondeadas.
A veces me repito a mí misma qué buena vida, la única forma de vivir es esto, hacer lo que me gusta, viajar, estar con quien quiero estar.
Es mi cumpleaños y voy a Ikea por unos platos y unos vasos porque no hay suficientes en casa de Graciela.
Caetano Veloso canta You don't know me.
Nací en la bahía de Acapulco. Me entero de cosas horribles que están ocurriendo ahí.
Y otra vez la voz de Caetano: You don't know me at all. Theres nothing you can show me.
Entro a Ikea.
Así se debe vivir con 40 metros cuadrados.
Me paseo por las distintas escenografías. ¿Qué llevaría a casa?
Nada. Quizá una jarra de vidrio. Odio mi jarra de plástico. De ahí en fuera no hay nada que realmente necesite. Voy directo por los platos y los vasos.
Me entretengo viendo las cactáceas de dos y tres euros.
Regreso tomando el Ring 41. Me gusta ver la torre de comunicaciones en el horizonte. Hace más sol pero más viento frío. Me bajo una estación antes y llego al departamento sin problemas.
Tengo dos llaves, una para la entrada del edificio, otra para el departamento.
La llave del departamento tiene una carita feliz, como esta :), perforada en la parte redonda.
Están sostenidas por un listón que dice sonar.
Me encuentro con Graciela que está cocinando una sopa de lenteja con papa y poro.
Cuando entro me canta las mañanitas.
Abrimos una botella de vino y nos sentamos a comer.
Chocamos nuestros tenedores.
Así es la felicidad en Neukölln, en 2016.


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