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miércoles, agosto 05, 2009


Estando en Buenos Aires conocimos al famosísimo Horacio Potel, famoso por sus páginas de Nietzsche, Derrida, Heidegger y compañía en castellano y que vendrá al Congreso Internacional de (Con)fines del Arte en septiembre. Su mujer, Andrea (adorable mujer) me regaló un libro de un autor argentino que no conocía (no sé si sus libros se consigan aquí en México pero podría ser que sí) que se llama César Aira. Qué extraordinario. Tiene una soltura impresionante y me gusta mucho su narrativa.

Hace unas semanas recibí un par de comentarios “ofensivos” que borré porque no eran lo suficientemente inteligentes como para tenerlos, en realidad lo único que me decía era “puta barata”, así a secas, me hubiera gustado más algo al estilo de Girondo. En fin, la necedad de esta persona y su clara obsesión conmigo (o más bien con mis letras) le dictaban en su mentecilla “métete al blog y revisa cada tres segundos si hay un nuevo comentario” y como supongo que no tiene nada que hacer pues aquí anda, digamos que se da sus rondas. El obsesivo se muere de horror de leerme y se revuelca de odio contra el mundo porque soy esposa de Alberto, pero no sólo es clavado y obsesivo sino que además es masoquista. No puedo imaginar la vida de una persona que pierde su tiempo leyendo cosas que no le gustan, eso sí que es una maldición, es como si en mis ratos libres estuviera condenada a leer las obras completas de Corín Tellado. Me parece triste pero allá cada quien con su goce. Todo esto lo escribo porque leyendo a César Aira me acordé del obsesivo masoquista y dije esto sí que me gusta.

El comentario de puta me hubiera encantado de esta forma:

“Perra, arrastrada, zorra, serpiente… Yarará, culebra… No encontraba las palabras, o encontraba demasiadas, le venían a la mente demasiado pronto, antes de que pudiera buscarlas, se acumulaban y transformaban sin dejarle espacio para pensarlas.

Inmunda, teñida, negra, soberbia, cizaña, ponzoña… No tenían sentido. No significaban nada. Estaban vacías. No le venían naturalmente las palabras obscenas que habrían sido más apropiadas, aunque en el fondo de su corazón sabía que la estaba llamando “puta”, mil veces, todo el tiempo, con gritos mudos que le hacían doler la lengua. Había una economía de las palabras, pero se confundía con la economía de la realidad; no podían funcionar en el vacío. El pobre Lorenzo sentía como si hubiera nacido para gritarle insultos a una mujer, y sus palabras no eran nada, nunca serían nada, no podían ser nada, sin la escena que les diera sentido. Gritárselas en la cara, a ella…”

Así comienza el libro “La abeja” de César Aira, y agradezco enormemente a Andrea por recomendarme este autor.

Y así terminan las vacaciones. La siguiente semana de vuelta al mundo cotidiano de la ciudad de México.

(Mother Monkey espero que me pases unos stikers para disfrutar más esta ciudad.)


domingo, julio 19, 2009


Caminamos toda la av. Jorge Luis Borges hasta llegar a Plaza Italia y nunca dimos con el Fondo de Cultura que está sobre la calle Salvador. Pero sobre Borges me corté el cabello y después nos fuimos a Clásica y Moderna en donde comí una ensalada Julio Cortázar, je, aquí todo llama a la literatura y eso me gusta. Alberto se reía mucho de que Ortega y Gasset fuera el nombre de un postre con dos flanes, dice que a eso mismo se reduce su obra a un flan movedizo y aguado. He estado leyendo el libro de "Montevideo" y me encanta, pero no puedo dejar de pensar en el libro de "la abeja" de César Aira, será el siguiente que lea. En Clásica y Moderna encontré los dos tomos de Obra crítica de Cortázar que no había en ningún lado. Además como ya es la segunda vez que vamos a comer ahí y el mesero y la señora de la librería nos tratan muy bien nos regalaron una botella de vino. Los días lluviosos y las calles solitarias, todo me encanta, es parte del clima lo que me tiene tan bien. Sobre avenida Leandro tomé la foto que pongo arriba.

miércoles, julio 15, 2009

Ayer fuimos a Montevideo. Ciudad triste. Es plena decadencia y las personas miran al suelo cuando caminan y el peso en esta ciudad no vale nada. Y aún así: hay mejores librerías que en el D.F. y seguramente que en el resto de todo México. En esta librería que se llama "Puro verso" encontré un libro de Cortázar que no se consigue nunca: "Adiós Robinson y otras piezas breves". Ay los libros que se consiguen por estas tierras. (Por cierto Esponjita Hegeliana, no está ese libro y yo creo que ya no estará.) A veces cuando veo "Los autonautas de la cosmopista", "El diario de Andrés Fava", "Divertimento", "Los Reyes", libros que no se consiguen en México y que aquí están en casi todas las librerías, tengo esa fantasía de comprarlos y venderlos después al doble, jo jo jo, cosa que no haré porque no sé a quién demonios le interesa tanto como a mí tener estos libros, tal vez a Agustín, pero a él no se los podría vender porque es amigo. Pues así es, casi tengo toda la obra de Julio, casi porque todavía no tengo la Obra crítica tomo II, pero la buscaré en estos días... oh sí.
Y otra cosa. La Gandhi de aquí no tiene nada que ver con la de México. Los dos socios están muertos. Eso quiere decir que en 1984 las dos librerías (México y Argentina) eran lo mismo. Pero hoy en día tienen diferentes dueños e intereses, es por eso que en una se puede conseguir "Salvo el crepúsculo" y en la otra se puede conseguir "Rayuela" en punto de lectura, no manejan el mismo catálogo y la arquitectura de una no se compara con la de la otra. No es que quiera decir que la de México es más fea que la que está en la calle de Corrientes en Buenos Aires, pero la verdad es que sí, la de Corrientes es reina a lado de la Miguel A. de Quevedo. Y la mexicana parece un wallmart de libros (en donde los que atienden no saben de literatura, hay un montón de gente porque claro a dónde van si no es ahí) y por el otro lado; la de aquí parece una librería más de la calle de Corrientes con todo lo bonito que tiene eso, con chicos que saben harto de literatura y cuando ven alguna reseña en el periódico la recortan y le ponen un clip al libro reseñado, hay libros con post-it que dicen "este libro es buenísimo porque el autor hace una narración siempre en presente, etc", con una cafetería agradable, en fin, no, no es lo mismo, sólo tienen el mismo nombre. Y mañana veremos qué tal el Fondo de Cultura.

miércoles, julio 08, 2009

Buenos Aires,
Caminando por San Martín, esta es mi calle, aquí vivo durante quince días.
Sobre esta misma está el Centro Cultural Borges, a una calle está Florida, tango callejero y todas las tiendas que todo mundo conoce, el Zara y demás, sobre la misma un montón de puestos callejeros al estilo Coyoacán en donde venden mate y guantes para el frío.
Estamos a tres o cuatro cuadras de Puerto Madero, se camina por ahí hasta llegar a la Plaza de Mayo y de ahí caminamos por la Diagonal hasta llegar a la avenida 9 de julio. 
Y mañana es 9 de julio, aún no sabemos cómo estará el festejo, sólo sabemos que festejaremos la independencia.
Alberto y yo estamos festejando todo el tiempo: en cada una de las librerías de Corrientes. Cuando llegamos a la Librería Lozada, buenísima esta librería, por una compra de más de 400 pesos argentinos nos regalaron una valija... cuando nos dijeron que nos darían una valija, pensé que nos darían una bolsita de tela como las que luego daban de Gandhi, pero no: nos dieron una mochilita con rueditas y candado en donde pudimos poner los libros y cuando llegamos a la calle de Uruguay ya teníamos la valija llena. Aquí las cosas responden a otro nombres, maleta es valija, en lugar de jalar la puerta se tira la puerta, en lugar de tocarla se golpea, en lugar de bolsa de basura es bolsa de residuos, en lugar de chamarra, campera, ahora con la gripe que se tiene acá es barbijo en lugar de cubrebocas. Y cuando escuchan que somos de México nos hablan de lo maravilloso que es "El chavo del ocho" (!) ¿Qué es eso? Pues sí, el chavo es más famoso que Paz o Fuentes.
Y Julio en Julio: entré a una tienda en donde tienen 10 discos de todas las grabaciones que hizo Julio Cortázar, entre conferencias, capítulos de Rayuela, cuentos y entrevistas, fue muy alucinante: tenían el imán para el refrigerador con una imagen de Julio Cortázar, el pin, la postal, la camiseta, y yo me moderé, sólo compré el imán para el refrigerador y creo que volveré por algún disco con su voz, me parecía demasiado comprar tantas cosas de Cortázar como si se tratara de un Ricky Martin.
Después nos tomamos un maté en una cafetería que se llama "El gato negro" y también todo lo que había en esa tienda era hermoso, la tetera, las tazas, los botecitos, uf... todo era bello.
Buenos Aires huele a viejo y eso me gusta. 
En cada esquina de Corrientes veíamos unos tipos negros vendiendo relojes y demás piratería, pero era curioso antes de saber que era una especie de mafia, era como si el mismo negro se adelantara a nosotros y pusiera su mismo puesto de relojes. Pensamos que era así, que un negro nos seguía por Corrientes y cada que lo veíamos nos apretábamos la mano Alberto y yo.
Compras importantes:
"Los Reyes" de Cortázar por fin en mi poder. Muuuajajaja...
"Poesía inédita" de Oliverio Girondo.
"Epistolario" de Macedonio Fernández, (muérete de la envidia, yo sé que me lees) y "Para una metafísica argentina"
"El aliento del cielo" de Carson McCullers
"Háblame del fantasma del faro" de Tina Blanco
"El monstruo perfecto" de Franco Vaccarini
"Una ventana para Cecilia" de An Alfaya
"Montevideo" de Jeanmaire
"El amor brujo" de Roberto Artl
"Cuaderno de navegación" de Leopoldo Marechal
Oh sí.
Y por último unas lindas botas para la lluvia: Roxy Rock's
Lo mejor de la ciudad es estar en pleno invierno: el frío es ideal, pega en el rostro pero no se mete a los huesos.
Adoro Buenos Aires y sus pines de Borges.
Mañana más librerías, había que dejar algo para mañana y pasado mañana.
El vino santa Julia y el agua mineral villa maipú son la pura onda.