Cuando he logrado estar sin ningún pensamiento y sólo estoy alerta a lo que siento, es cuando más cerca he tenido una paz dentro de mí, es como una tonada de John Coltrane que se repite interminables veces en mi cabeza, y sí, una alegría que me sobrepasa, ya por encima de cualquier cosa, excede una mañana cualquiera en donde las nubes de nuevo caerán sobre nosotros y Pavlova vendrá a sobar mis piernas mientras escribo y la taza que sirvió para el té servirá para el café. Ahora estoy siendo un poco a la deriva y si tengo pensamientos sólo andan al borde de mis pasos, camino sobre mi propia existencia y el futuro es el licuado de mango, el futuro es la lamparita de hielo, el presente entra por la ventana como un rayo de luz, oh estas imágenes son cursis, pero de un momento a otro mis días se han vuelto better than fine, se han convertido en un arcoiris que cruza el rostro, atraviesa mi propio humor y lo pinta de amarillo. Es extraño pero cuando todo es nuevo se vive un presente puro y cada día está quebrantando lo cotidiano, las cosas no han encontrado su lugar real, todavía faltan días y noches de queso y libreros nuevos que acomoden lo cotidiano, que vayan imponiendo las nuevas rutinas, que se ajustaran a nosotros casi sin darnos cuenta.
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