lunes, diciembre 31, 2007

No he desaparecido.
A veces siento que estoy a punto de torcer el pie, la palabra, la mueca.
No miento, he dicho toda la verdad.
En serio, me preguntan qué pienso y digo la primera tontería de la cabeza, no importa su dimensión, no importa que sea trivial, no importa que sea una imagen y no un pensamiento.
De hecho me gusta indagar en la trivialidad de mis pensamientos.
No he desaparecido, aún tengo unos zapatos nuevos en el closet y sólo los he usado una vez.
¿Cuándo será la siguiente?
Hoy, tal vez hoy.
No me hace mejor persona tener zapatos nuevos.
Lo sé.
¿Qué me hace mejor persona?
¿Soy una mejor persona?
Hoy me puse triste por ver con toda claridad un defecto.
Bueno primero me enojé un poco porque pensé, no, claro que no, es un malentendido.
Pero no hay malentendido. Soy horrible. Digo, puedo ser una horrible persona. Como todos supongo, pero todos no me importan.
Digo defecto en el término más amplio.
Un defecto, no esas cosas que digo. Ya no seré así y en el fondo me vale.
Bromas pesadas.
Pero hay bromas que tratan de irrumpir y golpear al otro.
Qué mal.
Me vi como un animalito acorralado al que le han encontrado la pulga en el copete.
Hace tiempo que no me daba cuenta de algo tan íntimo.
Y pienso que no soy tan buena y tan linda como yo pienso que soy, al menos no todo el tiempo, no todas las horas, y quisiera de verdad que yo quisiera.
Pero el cerebro crece cuando una juega ajedrez.
Lo juro.
Una pieza puede ser definitiva.
Pero yo siempre pierdo el turno y la pieza y la torre que hay que comer aunque se pierda el caballo.
No quiero, no va conmigo matar.
En mi pensamiento están ahí todas las piezas atemorizadas por perder, y al final sale la pieza equivocada.
¿Por qué escribo esto?
Porque estoy buscando la manera de escribir la mala broma y no volver a cometer el error.
Una vez leí en el blog de Elsa que ojalá saliera un pingüinito gritando mistake! antes de cometer una burrada.
Oh Dios, yo quería ese pingüino hoy.
Y lo hubo, un poco con retraso, si no me lo hubiera dicho la persona que mató a mi rey con tres fichas, no me hubiera dado cuenta del mal sabor de boca que ocasioné.
Y no sólo una vez.
Ya van varias, me dijo.
Y es año nuevo y no importa, sigo siendo la misma, aunque me prometa ser mejor salen estas cosas un poco desagradables, un poco fuera de lugar, de pena.
Estoy apenada y no tengo cómplices en mi pena.
Andar apenada me hace escribir.
Me da pena ponerme mis zapatos nuevos, siento que no me lo merezco, que tengo que usar mis botitas viejas por ser tan tonta.
Ya pasó.
Pero me da miedo la siguiente.
Escribo para que no se me olviden mis tonterías.
Qué sentimiento.
Quisiera saber por qué.
En el fondo creo que soy tan insegura.
Es lo primero que me viene a la mente: insegura.
Lo segundo es que me da miedo ponerme mis zapatos porque en mi pensamiento mágico eso podría hacer que la noche sea una mala noche.
Escribir hará que todo salga bien.
Aquí estoy,

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