—Le he esperado mucho tiempo— pareció estremecerse,
incorporándose en su asiento—. Diga lo que sea. Después... hablaré yo.
Dostoievski.
En mi mano izquierda tengo escrita la palabra "Postal" con tinta morada.
Esa tinta huele a un perfumito de sándalo, incluso ahora que lleva todo el día en mi piel.
Me lavé las manos con un jabón del paraíso y le dio un poco ese olor a limpio, pero la tinta ahí está.
Es un recordatorio.
Me recuerda que traigo una postal en la mochila y que aún no se la he regalado a Stavroguin.
¿Estaré condenada a creerle eternamente?
Me gusta tomar té, comer un chocolate, observar un osito pequeño y saber que pertenecerá al escritorio quién sabe cuánto tiempo, no quiero escribir nada más que eso. La sonrisa del osito, era un regalo que venía con los chocolates, es como para apachurrarlo o hacer cosquillas. Sí. Un poco me pica la nariz y me da comezón pero eso ha sido todo el día, eso ha sido porque estoy enferma de la panza, quiero decir que me salen puntitos rojos en la cara y me veo mal, me veo así, enferma, pero. Hoy fue bello pasar por enfrente de una tintorería y observar cómo salía vapor de la coladera, de pronto pensé que podría ser una foto de Maggie, o una postal en mi mano y el vapor y Stavroguin con cierto asombro.
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