miércoles, diciembre 05, 2007


Todo el día he tenido mucho frío, no sé por qué, sólo lo siento en la parte de las rodillas, en la nariz, un poco en las mejillas. Me tapé muy bien y me quedé muy dormida. Desperté y a lo lejos veía una nube, como si fuera el perfil de un hombre que está tendido boca arriba y que comienza a girar hacia mí, como si pudiera verme de la misma manera. De pronto su mejilla se empezó a inflar hasta ser una simple nube, la tarde se infla en la misma dirección, los pensamientos más absurdos son verdes y ocultos. Pensar por ejemplo que lo más importante del día se reduce a traer dos kilos de limones en la bolsa y un ejemplar de Rayuela envuelto para regalo. Tantas palabras para subrayar, ahí habrá hongos y lluvia, manteles sucios y manchas en las alfombras para acomodar la vida en otro sitio que no sean siempre nuestros recuerdos. Lo impresionante es que llaman a los recuerdos por vías que no son las usuales, dan otro nombre a lo que se vive, marca el tic tac con una pluma y no con el pie, me recorta la frente con tres ideas que se quedaran detenidas como antes mi presencia en pasadorcitos y valencianas del pantalón, pasadores para estar ahí a fuerza de ver lo imposible. Ahora los pasadorcitos suturan el texto mismo en el que escribo pasado como si fuera el vapor en la ventana, ese eco de mí que se empaña pero que señala distancia, y puedo ver a través del cristal empañado, una vez más tantas cosas que no entiendo, aparecen ahí como el perfil de la nube.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué entrañables esos momentos que nos regalas Marie. Me gustan. Siempre están rodeados de un halo curioso o extraño para mi. Es como si entre tu y el mundo a veces hubiera un océano dificil de navegar. Aunque tarde en pasar sigo recorriendo tus letras. Un abrazo sin frío para ti.Erato