viernes, marzo 07, 2008

Hoy me puse un suéter que tenía una estampa pegada de corazón. Y después me di cuenta que mi corazón se estaba despegando. Mejor lo despegué porque no quería que se cayera. Y es una larga lista de cositas que guardo, yo no sé por qué. Simplemente pienso o me hago a la idea de que un día lo utilizaré. Tal vez lo haga. En mi escrito del combate escribo sobre cómo las figuras se pegan y traspapelan unas otras. Hoy pensé que si despegaba mi corazón tendría que pegarlo en algún lugar. Como si esa estampa coincidiera con mi propio suéter que fuera mi pecho y mi corazón al mismo tiempo.

Escucho Babasónicos y es como si de pronto no fuera este año o estuviera fuera del tiempo. Me pasa con la música. La música guarda exactamente el recuerdo de cómo me sentía en cierto momento de mi vida, me roba y recupero aquello que sentía, melancolía. Marcando límites con la memoria en esa rueda que no deja de girar y que ya no entiendo si es de la fortuna o del destino, sólo sé que sigue girando.

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