lunes, diciembre 29, 2008

Yasha termina construyendo una prisión en donde sólo cabe él, una silla, un banco en donde pone los libros sagrados y una pala para enterrar su excremento. No puede con la culpa. Así termina el libro. Me quedo un poco ansiosa después de ese final. ¿Por qué no podemos inventar nuevas formas de liberarnos de la culpa? Quiero decir, Yasha encierra su culpa en el cuerpo y por eso construye una prisión en el jardín de su casa. Y tal vez el escritor pensó en dejarlo ahí por el resto de sus días.
La otra vez después de un disgusto, me dieron ganas de llorar. Y no lo hice. Dije qué estupidez llorar por esto. Entonces me puse a escribir una carta en donde decía lo ridícula que me sentía ante esa situación. Después ya, se calmó todo. Y no lloré, sólo se quedaron las cosas libres, con cierto aire. Sin esa necesidad de construirle una prisión a las palabras.
Y no sé por qué pienso que llorar es estúpido. Quisiera pensar que es algo normal, tanto como escribir.

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