martes, febrero 06, 2007

Detrás de todo esto (siempre es detrás, hay que convencerse de que es la idea clave del pensamiento moderno) el Paraíso, el otro mundo, la inocencia hollada que oscuramente se busca llorando, la tierra de Hurqalya. De una manera u otros todos la buscan, todos quieren abrir la puerta para ir a jugar.
Julio Cortázar.

Y aquí Valle-Inclán. Seguramente Julio hubiera envidiado esta gran barba blanca, en primera por su longitud tan cascada y espuma y nube, tan perfecta y adorable. Y en segunda por barba blanca. ¿Hay algo más que eso?
Sí, la de Bachelard, que también es bella, sobre todo porque quisiera ir corriendo y quedarme abrazada a él, quiero decir a todo Bachelard, a su poesía, a sus ensayos, a su persona y a su gran barba. Siento una gran debilidad por estas barbas blancas.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm, las barbas blancas, son como la edad cerrada sobre sí misma; son como las horas que se acumulan y se tropiezan entre sí y se aprietan sea en cascada o en una orla. Me asusta pensar que todos, de alguna manera, quedamos para siemrpe en la memoria del otro en esa edad, inmortalizados en esa edad, no en la que fuiste sino en la que te quedas refugiado para el recuerdo. Por eso los héroes son jovenes, mueren jóvenes y no hay retratos de ellos más que monumentos solemnes que les quitan las ataduras de los años. Los viejos se inmortalizan siempre viejos, sin sus achaques, sin sus dolores, sin reservas, flaqueando de tantos años acumulados, no de tanta sabiduría sino de tanto en tanto en su barba blanca

Anónimo dijo...

Aunque yo no poseo fisicamente una barba blanca, cuando me dibujo muchas veces me la pongo. Es por esa incuerencia natural en algunos o muchos hombres de gustan lo que otros tienen, como los viejos añoran la juventud, asi yo mi barba blanca, que aunque no en todos es simbolo de sabiduria y experiencia, en mi si lo es aunque sea solo dibujada.

Anónimo dijo...

la de Merlín es mi favorita