domingo, febrero 25, 2007


He doblado esta comezón de los días como a veces el seguro de viajero que me dan apenas me subo a uno de esos camiones, no puedo creer que sean supersónicos, pero son así, me llevan y me traen mirando atardeceres y el sol en la cara y las voces del otro lado, en viajes así los días parecen ser uno solo, parecen no tocar el tiempo. Vengo de no decir nada. Porque nada se acerca a la pesadumbre que dan algunas palabras, porque nada es palabra intermedia con el abismo y el significado, quiero decir, vengo de escribir desesperadamente que estoy contigo, porque no hago otra cosa que dormir en tus silencios, que abrazar tus penas y tratar de protegerte contra el viento y la ausencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Marie:
a veces las penas son tan grandes que nadie las soporta salvo a quien le llegan. Alguna vez alguien me dijo una cosa estúpida: "Dios no da pruebas a quien no las soporta". Al principio me pareció extraordinario el comentario, pero luego, con el tiempo, me he dado cuenta de que es estúpido pensar esto, porque en efecto, no hay penas que nos sobrepasen, ninguna, todas se te quedan y te marcan y te cierran y te lloran. Todas se te quedan ahí, como un aherida que late continuamente y nadie puede acompañarte porque de eso se trata el dolor de ser intransferible. Me enternece tu escrito porque sé que estás en él sin cortapizas. Sé que te has entregado sin esa complejidad de quienes no saben lo que es el amor ni lo sabrán. Me asombra tu capacidad de amar, me asombra tu corazón valiente, me asombra tu generosidad. Te quiero