sábado, abril 07, 2007

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Love me or leave me and let me be lonely
You wont believe me but I love you only
Id rather be lonley than happy with somebody else
Nina Simone

Café de la Conchita: No salir de ahí, cerrar con llave, aunque esa llave tiembla, yo misma estoy temblando porque nunca sé. Primera vez que dejo de hacer dibujitos para poder entrar aquí. Al cuarto para las doce pasó por mí. Entonces podía ver mi reflejo en sus lentes negros. Yo también de negro pero con perfume en las muñecas. Cuando entré a su carro se quitó los lentes y se hizo hacia atrás para verme bien. Un ataque de besos me compone cada recado que escribo en mi libreta. Nina Simone es una casualidad, si la sueño será comprensible. ¿Pero, por qué? A veces todo me parece tan, tan incomprensible. De verdad.
(Estos recados escritos a lápiz envidian mi pluma roja.)
Sueño: figuritas de sal miniaturas, una flor azul en el cuaderno. Mis sueños, esos que no necesito comprar, tienen más adjetivos que ideas, tienen secretos, mentiras. En algún momento la doctora empezó a hablar con un acento extranjero. Desperté y el reloj marcaba las 16:35. Ni un mensaje. El sol en la panza. El verdadero peso está en los cambios, el peso de cambiarle la hoja a la gran rutina, de querer brincar lo incomprensible, pero al mismo tiempo se tiene que caminar lo absurdo, aunque aún así se siga pensando que lo sólido se desvanece en el aire, no, hay cosas que no se desvanecen. Mirar bien esa eternidad detrás de nosotros, no quitarle la mirada. Esa araña en la cabecera no está tejiendo destinos, está lapidando mis preguntas, esas preguntas que me siguen doliendo por debajo de las uñas cuando rasco las ideas, cuando me crece la comezón o el sol me sigue dando en la cara. Parpadeando sílabas absurdas, una y otra vez, al margen de todo dibujo, y telón y escrito y amor Cacharel.
Lo que quiero es entrar al cubo de arena y cerrar la ventana de media luna.
Café y dona de azúcar: Pero a pesar del ataque de besos, era impresionante la cantidad de nombres que pronuncio mal, porque en cada uno me interrumpía con la pronunciación correcta, misma que yo repetía, perdón, repetía bien.
Luego mi barbilla en su mano, mis ojos miraron hacia todos lados de su rostro.
Encontré una ceja blanca parada en medio de las negras. Desde hace tiempo he tratado de atrapar ese pedacito de tiempo que nos hace ser. Bang, bang.
Miedo: He dejado de sentirme tropezada. Tal vez porque he olvidado que los márgenes sirven para dibujar o hacer anotaciones, los márgenes soportan verdades o algunos secretos.
Escribo porque guardo secretos inútiles.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Marie:
me sigue asombrando la novela de Pavic, bueno, tu relato ante mi falta de lectura, pero narras tan sorprendentemente que puedo engañarme a mi mismo y decirme que ya la leí. Me impresiona esa posibilidad de reflejar simultáneamente el pasado, el presente y el futuro porque, como me contaste, las fuerzas de la memoria son ante todo palabras, las que, al volverse reflejo del pasado y del presente, en nuestro intento de comunicarnos se convierten simultáneamente en reflejo prevaricador del futuro. Sí, comprar los sueños, comprar un pedacito de eternidad, qué enorme tentación, que desmedida forma de envolver esa venta del alma del Fausto