viernes, agosto 28, 2015

Último viernes de agosto


Sigo teniendo vueltas de tuerca que no estaban suscritas al guión de este mes.
Escribo esta frase y acto seguido pienso: ¿tenía un guión? ¿tenía un plan trazado? ¿imaginaba el 2 de agosto que mi vida terminaría siendo otra el día 28?
Cuando puse la hoja del calendario de Abril Castillo, me di cuenta que la ilustración era de Abril, que el prólogo lo había escrito yo, que no había un año que pudiera apropiarme más que 2015. 
También vi los cuadritos en los que se suscriben los días y pensé, agosto es un mes largo, apenas puedo creer que sea tan largo.
Agosto de 2015, puedo decirlo con certeza, ha sido un mes sin planes concretos pero con idas y venidas, noticias no esperadas, rupturas y hallazgos, que hacen de mi vida un encuentro con lo desconocido. 
Cambié de idea al escribir en mi blog. Me puse como reto escribir todos los días, aunque fuera algo mínimo. Después no pude continuar con sábado y domingo, porque el mes de nuevo se me reveló. La escritura a veces necesita de un espacio de soledad, y sábado y domingo estuve siempre acompañada.
Saber que nada está escrito, que el siguiente sábado no será igual que el anterior, y que el miércoles tampoco será igual, y que el lunes y el martes laboral pueden tornarse en laborales pero en ruta, en carro, en ferias, en presentaciones, me emociona, me gusta. Varias veces en este mes me encontré pensando: esta es mi vida, este es mi presente y me gusta. 

*

El sábado tomamos el camión a Querétaro a las 6.20 de la mañana en la estación del norte.
Tomamos un uber y conecté mi iPhone. Cerré los ojos. Y escuché Home de Depeche Mode.
Este es mi hogar, el movimiento. Este es mi hogar, ir y venir. Después se puso Dream on.
Era de noche. El uber era una camioneta, con asientos de piel. La parte trasera era cómoda.
Bajamos y de inmediato tomamos el camión.
Cuando desperté mi reflejo se asomaba en la ventanilla. Entrábamos a la ciudad, amanecía, eran las ocho y media de la mañana, el sol asomaba del otro lado del camión, en las ventanillas contrarias. Podía ver mi reflejo, también el de C. dormido. 
Entonces pensé: me gusta esta Idalia que construye y destruye, construye y vuelve a destruir. 
Me gustan mis sobrenombres, me gusta no tener que ser Idalia. Y este fue un viaje en el que no necesitaba ocupar mi nombre. No ser, a veces, también es importante.
Recuerdo que tenía un sueño pesado y me acurruqué a lado de C. 
Me quedé dormida, él me sintió y acomodó su cuerpo, puso su mano sobre la mía. 
Dormimos hasta la estación. 
Después no sabíamos en dónde comprar los boletos para tomar un taxi. 
Dimos dos vueltas en la pequeña estación de autobuses. No aceptaban tarjeta de crédito. Tuvimos que buscar un cajero.
Reímos, platicamos del concierto de la noche anterior, de su amigo el Zorro, de las relaciones personales. Yo me lamentaba porque había olvidado mis lentes oscuros.
—Ahorita compramos unos chafas, me dijo C.
Me gusta cómo C. resuelve siempre todo. No tengo que preocuparme por nada, él sabe resolver cualquier queja, duda o problema.
Llegamos al Holiday Inn de la avenida 5 de febrero. 
Dejamos las cosas y nos acostamos en la cama. Prendimos la tele y veíamos un partido de voleibol de playa, con chicas que tienen un cuerpo espectacular. Después C. dijo algo así como por qué estamos viendo esto y le cambió.
Comenzamos a ver un documental sobre Charly García.
Nos bañamos y nos fuimos a la Feria del libro Infantil y Juvenil de Querétaro, la primera que hacen de este tipo.

*

En el camino a la feria conocí a Óscar David, un tipazo de persona. Venía con un jugo de naranja en la mano sin ninguna tapa y nunca se le derramó. Me daba ansia ver que lo traía y no lo tomaba.
No lo conocía, ese día me di cuenta que lo seguía en Twitter y no sabía ni quién era, sólo me caía bien por las cosas que ponía en Twitter.
Una semana después descubriríamos que nos darían la misma beca del Fonca. 
Tenemos cinco minutos de ser amigos en Facebook y ya nos adoramos.
La feria; un lugar triste, pocos stands, poca gente, un foro con sillas y algunas personas como público.
El Gómez Morín le llaman.
Tenía mejores libros la Educal del lugar que los stands que estaban fuera.
Compré tres paquetes de estrellas que brillan en la oscuridad. Recordé cuando mi mamá me trajo de Estados Unidos un paquete llena de estrellas y las pegamos en mi cuarto.
Recuerdo estar acostada en mi cama individual con un novio viendo las estrellas. Él usaba lentes, así que cuando se los quitó los puntitos se movían, daban una luz diferente. 
Me narraba el movimiento de las estrellas. Eso y la hierba que fumaba.
Después compré el libro No hace mucho tiempo de Jimmy Liao. Fueron buenas compras para ser una feria pequeña y sin éxito.
La discusión de la mesa radicó en si vale la pena hacer literatura si no se puede vivir de eso. ¿De qué vive un escritor? Si no eres Murakami, ¿de qué se vive? Y cuáles son los medios alternativos para la literatura en México. Después, un poco, tornó el tema siempre mal aplicado en comparar la literatura con el arte conceptual. Se tiene este lugar común de decir, la literatura es también un arte, como la pintura, o la fotografía o el cine. La verdad no, la literatura no se puede contemplar como se contempla un cuadro de Pollock, son lenguajes diferentes. C. dijo algo que se quedó en mi cabeza: "la literatura tiene la capacidad de retratar la condición humana". En conclusión parece existir una crisis no declarada en las letras mexicanas. ¿Quiénes serán el canon en México dentro de unos cincuenta años? ¿Quiénes serán los clásicos? ¿Quiénes están haciendo literatura en México, obras literarias que no envejezcan en diez años? 

*

Hay algo que no puedo destruir y es mi propio pasado que me tiene parada en este presente. 
En un presente siempre de elección.
Cuando la gente habla de "construir" un futuro, de "ahorrar" para el futuro, se olvida que está parado sobre algo ya construido. Escribo estas frases y siento que estoy citando a Pablo Coehlo. Pero lo digo en serio. Lo pienso así porque he visto personas quejándose de su vida y lo que menos siento hoy, en este presente, es una queja de mi vida. Me podré quejar de que la calle está llena de basura el domingo por la mañana o de que hay ruido por la noche, pero no de mi vida tal como la tengo hoy.
No estoy pensando en un futuro remoto porque ya lo tengo.
Desde que comencé a escribir cuando no sabía ni escribir, cuando sólo tenía la certeza de que la mejor manera de sacar mi ansiedad era escribiendo, decidí, sin saberlo, que apostaba por la literatura. Ahora soy editora y la apuesta sigue ahí, ahora con mayor compromiso. La gente tiene miedo de hacer una apuesta por las cosas en las que cree. Y terminan engañándose. Hay más personas engañándose a sí mismas de lo que se piensa. La verdadera fidelidad radica en ser fieles a uno mismo. Ya lo decía Píndaro: sé lo que eres. También lo dijo Vila-Matas, en una plática que dio en la BNE, dijo algo así como, si tuviera que darle un consejo a un joven escritor mientras estoy en mi lecho de muerte sería: escribe y encuentra quién eres.
Fin del choro de viernes en la noche porque #Soysola.

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