lunes, septiembre 29, 2014

De cómo un lunes asqueroso puede pasar a convertirse en un lunes lluvioso pero amable.

1.
Hoy por la mañana cuando iba rumbo a la Alameda, en la esquina de Allende y Tacuba, un pedacito, un cuerpecito, un gatito bebé muerto.
De inmediato quise apartar la mirada.
No ver aquello que ya reconocí sin poner mucha atención.
Decidir no ver no cambia las cosas que ya se alcanzaron a definir.
Abrí los ojos para tener la certeza de que sí. Un gatito con pelaje blanco.
Una intolerable tristeza me dejó helada, me sacuden esas imágenes.
No entiendo todavía por qué me afecta tanto. Una parte de mí sé que está íntimamente ligada a estos seres hermosos, pero sé que no debería de afectarme a este grado. Pero no puedo hacer nada. Es así.
Me quedé pensando en la impunidad, en la falta de responsabilidad, pero sobre todo en la incapacidad de hacer algo que lo repare. No se pueden salvar a todos los gatos bebés del mundo. Ni tampoco se pueden salvar a los gatos adultos.
Cuando pienso en el sinsentido de la vida me viene la imagen de ese gatito muerto.
Así de estúpida es la vida.
No hay nada qué hacer. Maquillamos la vida.
Agregamos palabras. Hacemos cultura. Mandamos mensajes. Creamos una rutina. Ponemos el despertador. Creemos en cosas. Amamos el arte. Etcétera.

Escribo. 
Al menos yo escribo tratando de cercar ese vacío que a veces, en días como hoy, se hace enorme.
Me levanto con mucho trabajo. Desayuno. Tomo la vitamina E para la piel. Prendo mi computadora para escribir un par de líneas. Decido ir a correr. Aunque esté nublado. Aunque todavía está oscuro. Correr me hace sentir bien. De nuevo el mundo parece tener sentido, y, de pronto, un gatito muerto.


2.
Le mandé un mensaje a María Fernanda.
Estoy deprimida o simplemente es lunes.
Tan lunes como la caricatura de Garfield diciendo I hate mondays. Cómo amaba la caricatura de Garfield. Sobre todo el episodio en el que trata de huir del lunes yéndose a Hawaii sólo para llegar después de mil horas y darse cuenta que ahí también es lunes.
M: Es lunes, verás que se te pasa.
Yo: Seguramente sí. 

3.
Ismael me invitó a comer a su casa.
Vive en Santa María la Rivera.
Esa colonia vieja en la que creció mi abuelo.
Pasé al Forum Buenavista a comprar helado de postre y una botella de vino.
Es lunes pero finjamos que es viernes y no hay nada qué hacer en lo que resta de la tarde.
Comimos pasta con camarones y pescado empapelado.
Delicioso. El pescado picaba pero estaba muy muy rico. Sabores nuevos.
Un sabor que no había probado y que me encantó.
Hablamos de las gotitas de la felicidad.
De los corchos para generar un corcho más grande.
De cambiar los muebles de lugar.
De los sofás cómodos.
De Spotify.
De que esta semana ya es Octubre.
Bebimos y comimos.
I: ¿Todos queremos repetir helado verdad?

Cuando estoy en casa de I. me siento como en casa. 
Como que podría tomar una siesta en su sofá.
Comiendo en el hogar y con posibilidad de comer más postre.
Tomamos café.
Yo: Tengo que contarles algo sino tendré pesadillas. Hoy por la mañana vi un gatito muerto. No lo soporto. He pensado en por qué no lo pude salvar.
I: Me pasa lo mismo con los pájaros muertos.
Yo: Estamos sobreviviendo el lunes.
I: Parece que estamos de vacaciones.
A las 4 me fui de vuelta a la Biblioteca.
Comenzaba a llover. Caminaba a paso veloz.
Alzate 62. Una foto a un recuerdo que no es mío.
El señor que vende fajas sobre el Eje 1 norte no tenía la talla que buscaba.
Apuré más el paso porque las gotas comenzaban a caer más gruesas, con más fuerza.
Llegué a la Biblioteca a tiempo.

4.
La tarde del lunes ha terminado.
Escucho las metamorfosis de Philip Glass. Me ponen nostálgica.
¿Se puede sentir nostalgia de una tarde de pescado empapelado y helado de mango y chocolate?

¿Me seguiré reprochando no haber estado en la calle para salvar a un gato bebé?

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