sábado, enero 12, 2008

Hoy tuve la sensación de que tenía que anotar con rapidez todo lo que ocurría por mi mente. Al menos eso traté. Y todo se reducía a un sueño que no he podido pronunciar. Quiero decir que he querido contar pero nunca se ha dado el espacio adecuado. No entiendo por qué. Cuando quería decirlo estaba sentada en el asiento del copiloto y miré que en un edificio había un gato observando los carros. No pude hacer otra cosa que tener la imagen de ese gato. No tiene nada que ver con mi sueño pero fue un momento que impidió que yo hablara. Tenía que acordarme de ese gato toda mi vida. A veces las cosas más absurdas que me pasan en un día tienen que quedarse por siempre conmigo. Recordar ese gato podría valerme la felicidad en un futuro, como si acaso pudiera representar la hora en un momento de crisis.

Mi sueño:

Estoy pecho tierra en una estancia de campo verde (un jardín con muchos árboles). Me siento estresada porque tengo la misión de cuidar a un señor que está escondido en una cabaña cerca de ese lugar. En mi mente tengo la idea de que han matado gente de mi propio equipo. Tengo mucho miedo porque más que en ningún otro momento tengo que tener cuidado. Tengo una pistola y con ella voy apuntando el camino. De pronto me cortan cartucho y me apuntan la cabeza. Pienso que no hay nada que hacer. No siento pánico. Ni siquiera lo veo como una amenaza. Pienso que estoy muerta. Suelto mi arma. Me perdonan la vida porque necesitan usarme de rehén. Me llevan a un carro y me sientan al volante. Exigen que los conduzca a la cabaña. Eso hago. Una pistola me toca la nuca, y sé que si caigo en algún tope o bache podría dispararse la pistola. Tengo cuidado de manejar bien. De repente se voltea el carro y escucho balazos. Matan a la gente que iba conmigo y me rescatan. Me llevan a la cabaña. Entro a la cabaña y veo al señor que tengo que cuidar. Es un hombre de avanzada edad. Me pide que me siente junto de él. Un hombre de mi equipo me dice que me quedaré en la cabaña. Estoy con el señor cuando de pronto muere de causa natural. Es muy viejo y ha muerto. El motivo de la misión, que ha sido cuidarlo, desaparece. No tengo nada en mente pero me siento sumamente aliviada. Sólo tengo que esperar a que regresen los demás para darles la noticia. Se abre la puerta y entra A. Voy corriendo y lo abrazo. Me siento aliviada y lloro. Le digo que me da gusto verlo y estar viva. Me quedo observando su rostro de cerca.

No entiendo nada. A. es muy joven.

¿Qué te ha pasado?

¿De qué?

Te veo muy joven

Sí, me quité la barba

Qué cambio, me encantas

De esta manera podrás casarte conmigo, nadie se dará cuenta de que soy mayor

Tienes razón, nadie se dará cuenta

La barba lo explica todo. Pero en el sueño A. tiene exactamente mi edad, cuando en la realidad es mucho mayor.

Corte a: Yo con A. firmando papeles de matrimonio.

Corte a: Yo con A. de nuevo en el campo verde.

La misión aún no termina.

Es de noche. Tenemos que llegar a una casa y matar a la persona que quería matar al señor que ya murió.

A. está a mi lado. Yo veo un claro en el bosque que lleva directamente a la casa, sólo tengo que correr rapidísimo y esquivar algunas balas.

A. me dice que no lo haga.

Pero no puedo hacerle caso: estoy segura que todo saldrá bien.

Corro.

Corro mucho.

Corro hasta ver de cerca la puerta de la casa.

Y en ese momento me desvanezco.

Alguien me ha dado.

Despierto y no puedo mover mi cuerpo. A. está a mi lado.

¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

Como tres horas

No me puedo mover

No, te estoy poniendo estas sanguijuelas para que recuperes el movimiento de tus piernas

Fin del sueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué sueño tan enorme, de verdad, a veces creo que uno tiene esa capacidad de decir tanto a sí mismo, como una práctica de sí, como las de Foucault, así, quizá el psicoanálisis sea eso, una práctica de sí, una forma de la resistencia. ¿lo crees?