pero, ¿cuántas veces más el laberinto en el círculo perfecto? ¿cuántas veces más el laberinto en una carta ya tirada, en un destino ya configurado? ¿y si la mariposa ha decidido volar sin notar el camino? (sin mariposa no hay historia) ¿qué dota de sentido el siguiente paso? Una vez más el día se abre en los pliegues de la locura, del sin sentido, ese sin sentido portátil que se coloca como una mascada sobre la cabeza antes de entrar al tiempo de lo cotidiano. Al final cuánto ha pasado desde que desperté y me di cuenta de que quizá si el día estuviera nublado llamaría a la nostalgia y a las palabras de ayer, que ahora duermen sobre los textos perdidos, y sobre todo, encontrarme a mí misma en ese reflejo que me dan las cartas echadas, sólo esto responde a lo que verdaderamente siento que soy, una confianza que me llama a lo escrito y prescinde de las máscaras.
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